(Foto por JHK) |
Circular interna: Carta a las congregaciones, 30 de junio de 2011 |
Estimados camaradas que disfrutáis del merecido reposo del guerrero en este día de asueto:
Nuestro compañero
Nízam, el Ojo que todo lo ve, ha tenido la gentileza de compartir con toda la Honorable Hermandad Apóstata una nueva directriz de la Voz de Dios en la tierra. Es una carta dirigida a todas las congregaciones en la piel de toro, donde se nos instruye en un nuevo sistema de distribución del producto estrella: las revistas de la confesión religiosa.
Por otro lado, otro de nuestros insignes colaboradores: el
Topo Ajalvireño, ha tenido a bien colaborar en este post, con la aportación de la portada de la última revista impresa en la sede nacional de los testigos de Jehová en España --Ajalvir (Madrid)--, con el correspondiente precio de venta al público en la esquina superior derecha.
Los apóstatas somos la repanocha: empleamos horas y horas de investigación para documentar las verdades del barquero, que ni caducan ni se reinterpretan de manera constante de forma interesada bajo el paraguas de la religión y en el
nombre de Dios. Aquí llamamos al pan, pan, y la vino, vino. Luego vendrán los agentes Watch a sueldo, encargados de intentar intoxicar al lector cándido, con la demagogia watchtoweriana. Pero, ¿nos presentarán documentación que acredite sus mentiras descarada y, en el mejor de los casos, medias verdades? Podéis esperar sentados en un chiringuito de la playa tomando una cervecita fresca o un tinto de verano.
Hagamos un poco de historia que nos ayudará a entender el paso que da ahora la confesión religiosa del notorio arraigo y olé.
La entidad religiosa llevaba un siglo cobrando las publicaciones que editaba --libros y revistas-- a los miembros de la confesión religiosa y, éstos, a su vez, se la cobraban al público en su labor de
predicación. ¿Y qué pasaba si no tenías la dicha de vender las revistas al público? ¡Pues te las comías con patatas! ¡La confesión religiosa ya te las había vendido y cobrado a ti! Por otro lado, se
aconsejaba a todo miembro --en el caso de las familias, a todos sus miembros-- a que tuviesen su
pedido de revistas: por lo que tú, periódicamente tenías que recoger tu pedido pagándolo previamente a tocateja en el Salón del Reino. No se concebía que un testigo de Jehová que se preciase de serlo no tuviese un pedido personal. Era algo común, que en los domicilios de los Testigos, se almacenasen montañas de revistas que no se habían podido vender. ¡Además, tenías la desventaja de la fecha de la revista por la que rápidamente caducaban! Este sistema de publicación con el cobro asegurado, unido a la predicación del un fin del mundo inmediato junto con la expedición del pasaporte correspondiente para la salvación por parte de la Sociedad Watchtower hizo que las arcas de la entidad religiosa estuvieran a rebosar..., interpretándolo como la bendición de Dios.
Esta
bendición iba sobre ruedas hasta que un día, a principios de los años 1980, el Estado de California le exigió el pago de impuestos a un telepredicador pentecostal, Jimmy Swaggart, por la
venta de libros y cintas de casete. Con el tiempo, el caso llegó al Tribunal Supremo de los EE.UU., y en febrero de 1989, el tribunal dictaminó que era ilegal eximir de dichos impuestos a las organizaciones religiosas. Desde entonces: todo el mundo a pagar como buenos cristianos.
Con esta sentencia, la confesión religiosa ve amenazado su
modus vivendi y reacciona de la siguiente manera:
En junio de 1989, la Sociedad Watchtower, presenta un informe "amicus curiae" --(el amicus curiae [amigo de la corte o amigo del tribunal] es una expresión latina utilizada para referirse a presentaciones realizadas por terceros ajenos a un litigio, que ofrecen voluntariamente su opinión frente a algún punto de derecho u otro aspecto relacionado, para colaborar con el tribunal en la resolución de la materia objeto del proceso)-- ante el Tribunal Supremo en apoyo del caso Jimmy Swaggart. Otras organizaciones religiosas, también acuden en ayuda y presentan informes "amicus curiae", como: el Consejo Nacional de Iglesias y la Asociación para la Conciencia de Krishna.
El 17 de enero de 1990, el Tribunal Supremo de los EE.UU., dicta sentencia en contra de Jimmy Swaggart Ministries, indicando que el impuesto sobre las ventas debe pagarse.
El 9 de febrero de 1990, la Sociedad Watchtower, escribe una carta a las congregaciones anunciando que ya no se venderán publicaciones en el Salón de Reino ni se estipulará un precio por ellas cuando las ofrezcamos al público.
http://johnhenrykurtz.blogspot.com/2008/06/por-qu-razn-dej-la-watch-tower-de.html
Como la Sociedad Watchtower tiene más miedo a los impuestos que a correr los encierros de los sanfermines, ¡pues cambió de tercio! No obstante, el tiempo ha demostrado que este método falla: el pardillo integral ibérico se lleva las revistas. ¡Pero muchos no echan el parné en el alcancía del Salón del Reino! Acumulan y acumulan las revistas en sus domicilios, hasta que un buen día llenan el carro de la compra y se dirigen al contenedor del papel para reciclar y las echan allí todas, ¡para dolor y crujir de dientes de la entidad religiosa! Tras veinte años soportando esta sangría, la confesión religiosa ha estado reduciendo el coste de la producción de literatura: ahora se publican menos libros y son de tapa blanda y sin encuadernación de lujo. Se ha suprimido una de las dos ediciones mensuales de la revista
¡Despertad!, ¡y la cosa sigue en caída libre! Prácticamente, las abuelas son las que echan el dinero en la caja, los matrimonios y jóvenes --en su mayoría-- pasan de donar dinero a la entidad religiosa. Pero..., las abuelas se están muriendo y con ellas la fe ciega en el Cuerpo Gobernante, y con la pérdida de la fe, va unida de la mano la negativa a echar un duro en la alcancía de la confesión. Crisis de fe, igual, a menos dinero.
Esto está volviendo locos a los mandamases y, por esta razón, tenemos esta nueva directiva en la carta. Están buscando maneras de ajustarse a la realidad de los hechos: os hermanos se dan muchos golpes de pecho en el Salón del Reino pero no abren el puño a la hora de la verdad y el Cuerpo Gobernante se puede dar con un canto en los dientes con lo que aportan actualmente los pardillos integrales, ¡porque la cosa va de mal en peor!
En el nuevo sistema se elimina el histórico
pedido personal de revistas. ¿Objetivo?:
"a muchos publicadores les sobran revistas a fin de mes", ¡y encima no echan ni un real! Las revistas se colocarán encima del mostrador del Departamento de Literatura en cada Salón del Reino y los publicadores se servirán como si de un autoservicio se tratase.
¿Lo más impactante, para un servidor? Pues que la confesión religiosa pide a los miembros que
devuelvan las revistas que no puedan distribuir. Así, las congregaciones podrán saber cuántas revistas necesitan de verdad y, ¡la confesión religiosa podrá ahorrase el coste de la impresión y distribución! Este sistema lo podían haber implantado cuando nosotros teníamos que pagarlas dinero en mano y, después, como no podíamos venderlas, ¡nos las teníamos que comer con patatas fritas en casa! Ahora, como el bolsillo perjudicado es el del Cuerpo Gobernante, ¡pues cambia el sistema! Siempre igual: el
leitmotiv es el dinero.
¡Qué tiempos aquellos, cuando teníamos la bendición de Dios en forma de una
lista de precios y todo el mundo tenía que pasarse por vicaría y retratarse con dinero en mano...!