John Henry Kurtz (JHK). Con la tecnología de Blogger.
Mostrando entradas con la etiqueta Los testigos de Jehová y los Juegos Olímpicos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Los testigos de Jehová y los Juegos Olímpicos. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de enero de 2014

Consultorio teocrático: "¿Cómo debe ver un cristiano watchtoweriano los Juegos Olímpicos?"

File:Olympic flag.svg
     Estimados compañeros de conventículo:

     El fin del mundo watchtoweriano está a las puertas, a la vuelta de la esquina..., más o menos.  Puede tardar otros 130 años, o más.  Mientras llega y no llega, la casta dirigente se ocupa frenéticamente en la venta de las joyas de la abuela..., por si acaso.  Sin embargo, deberían ocuparse más de la teología, máxime cuando dicen haber hecho el voto de pobreza.  Pero ellos son así: dicen una cosa a la tropa indocta y al mismo tiempo arriman el ascua a su sardina.

     Esto nos obliga a los apóstatas irredentos el mantener un "Consultorio Teocrático" para alimentar a la casa de la fe y de la fa, con el fin de disipar las dudas del pardillo integral ibérico y allende los mares.  De modo que, la pregunta de hoy, nos la formula nuestro hermano Diego, desde el barrio Las Delicias (Madrid).  ¡Va por ustedes!
"¿Puede un cristiano participar como deportista en los Juegos Olímpicos?  ¿Podría asistir como público a algún evento deportivo de estos juegos?  Verlo por la televisión, ¿supondrá mi condenación eterna  y perderé el privilegio de heredar una parcela en el Nuevo Orden de Watchtowerlandia que nos promete el Governing Body Bank?  ¿Qué es lo que dicen los "profetas de mercadillo" al respecto?".
     Apreciado hermano Diego:

     Te agradezco la confianza depositada en este Consultorio Teocrático y apóstata a la vez.  Así, sin más dilación, paso a documentarte pertinentemente echando mano de la próxima edición del Diccionario Etimológico Watchtoweriano-Español:

Juegos Olímpicos: 

Son una manifestación de una antigua adoración pagana y por lo tanto anticristiana. El participar como deportista en estos juegos te estigmatiza como apóstata. También, hay que añadir la “adoración” que dan los espectadores al idolatrar a los atletas: el hombre como criatura, se superpone a Dios como Creador. Los dirigentes de la confesión religiosa, en su paranoia por “ver” los lazos de los Juegos Olímpicos con el paganismo, durante la celebración de estos en México, sacaron de contexto una cita y relacionaban los Juegos Olímpicos con los ritos aztecas, donde se indicaba que los aztecas --adoradores del Sol y del fuego-- celebraban sus ceremonias con sacrificios humanos. Por otro lado, los juegos rivalizan en sus objetivos de reunir a la humanidad como una hermandad, con los objetivos del Reino de Dios: sólo a través de este Reino, la humanidad podrá alcanzar la paz y la fraternidad…, ¡por lo tanto los juegos confunden al personal y desvía de su atención la verdadera solución a los problemas de la humanidad! Son un rival falso del Reino de Dios.  En definitiva, son una criatura creada por el Diablo para distraer la atención de la humanidad de la verdadera solución a todos sus problemas: el Reino de Dios tal y como lo entiende el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová.

Pero el hecho de que las atléticas naciones del mundo, sin excepción significativa, se reúnan en un contexto pacífico por primera vez después de la guerra (II Guerra Mundial), y que las controversias políticas no alteren el sentimiento fraternal de los juegos, seguramente alimentó las fantasías y la poesía religiosa de paz eterna, que, junto con el ensimismamiento y entusiasmo de la gente, sellan los XV Juegos Olímpicos como una enorme reunión de carácter religioso. Pero el dios a quienes la audiencia de 70.000 personas adoran se asemeja más al dios de la antigua Grecia, Zeus, más bien que al Dios de los cristianos. 

No sorprende aprender que los juegos tienen un origen pagano. Desde el 776 antes de Cristo, los griegos los celebraban al menos cada cuatro años en el mes de agosto, en luna llena, grandes festivales deportivos en el “sagrado” Olimpo en honor de su dios supremo Zeus. Conjuntamente con los juegos, este festival comprendía sacrificios y ceremonias, la naturaleza de las cuales eran netamente religiosa. La parte más llamativa de este espectáculo es la adoración del fuego olímpico que es transportado al terreno de juego. 

Los Juegos Olímpicos en Helsinki no han sido una excepción en este sentido. En consonancia con estas antiguas tradiciones paganas, un “llama sagrada” fue encendida con los rayos de sol en el monte Olimpo. La antorcha fue entonces transportada en avión hasta Copenhague, desde donde los vencedores olímpicos y otros atletas tenían el honor de llevar la antorcha olímpica a lo largo del recorrido honorífico, formado por millones de personas deseosas de ver al menos “la llama encendida por los rayos del sol en la montaña sagrada de Zeus”. […] 

 Difícilmente puede el origen pagano de la “cultura y religión europeas” estar mejor definido. Pero, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial [Zeus]?—2 Corintios 6:15. […]

Los mahometanos oran a Alá para que les ayude a conseguir las medallas de oro, los católicos se arrodillan ante la Virgen María solicitando la victoria, y los protestantes hacen sus ardientes plegarias a su dios trino para que les conceda a ellos la corona del triunfo. ¿Cuántos conocen lo que enseñó Jesús en la oración modelo? “Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad”. […] En los Juegos Olímpicos de la era moderna el objeto de adoración es el hombre, la criatura, y no Dios, su Creador. Awake!, 8 de noviembre de 1952, páginas 25-27. 

 Aunque era una fiesta deportiva, la religión recibió su parte de publicidad en conexión con los juegos. La llama “sagrada” , llevada desde la ciudad de Olimpia en Grecia hasta el Japón por aire y luego sobre tierra y mar, fue un recordatoriode que los juegos se originaron en la antigua Grecia para honrar el dios pagana Zeus. ¡Despertad!, 22 de marzo de 1965, página 23.

De modo que los Juegos Olímpicos estaban dedicados al dios Zeus, y estaban relaciones estrechamente con su adoración. Aun hoy los juegos están enlazados estrechamente con la antigua Olimpia y su adoración pagana
        
                           Fuego olímpico 

El fuego olímpico, en particular, se origina de la adoración pagana del pasado, cuando los griegos adoraban al Sol y el fuego de los dioses. Los Juegos Olímpicos se inaguran encendiendo el fuego en un enorme pebetero que arde durante todo el tiempo que duran los juegos. La fuente de este “fuego sagrado” es Olimpia, Grecia”.[…] 

                          Conexiones paganas 

Es interesante que, en Teotihuacán, el sitio donde se recibirá el “fuego sagrado” en México, solía adorarse al fuego. Hay un notable paralelo entre adoración del Sol y el fuego aquí y entre los griegos antiguos. […] Describiendo los sacrificios relacionados con esta antigua adoración del fuego, Víctor W. Von Hagen escribe en su libro Los Aztecas, Hombre y Tribu: “Hallaban una víctima para el sacrificio [los aztecas efectuaban su adoración con sacrificios humanos], le abrían el pecho, arrancaban el corazón y en la herida sangrante le encendían un nuevo fuego; de el eran encendidos todos los fuegos de los templos; y de el, los habitantes de todo México-Teotihuacán tomaban el nuevo fuego para el año nuevo”. Ciertamente hay un asombroso paralelo entre las ideas de los aztecas y la de los antiguos helenos, o griegos. ¡Despertad!, 22 de octubre de 1968, páginas 9-11.

                           El papel de la religión en las Olimpíadas 

Se habla de las Olimpíadas como el más sobresaliente acontecimiento deportivo del mundo. Pero, en realidad, muchas costumbres religiosas han sido preservadas en conexión con los Juegos. ¿Le sorprende eso? 

Bueno, los antiguos juegos griegos, que comenzaron en 776 a. de la E.C. y continuaron hasta la era común, esencialmente eran de naturaleza religiosa. En la actualidad se ha mantenido la tradición religiosa. ¿Cómo? Considere lo que sucedió antes de las Olimpíadas de 1972. 

Una mujer, vestida como suma sacerdotisa imploró el favor de Zeus. Prendió una antorcha usando un fuego encendido por medio del Sol en las ruinas del templo de Hera en Olimpia, Grecia. Durante cuatro semanas esta “sagrada” llama olímpica fue transportada a través de unos 5.600 kilómetros hasta Munich por corredores de posta. Al usarla para prender el “fuego sagrado” de los Juegos, hubo una fanfarra de trompetas, se libertó a miles de palomas y se dio un saludo de artillería. Entonces siguió una bendición y el himno olímpico. ¡En verdad, los antiguos ritos religiosos de los griegos, aunque modernizados, perduran en las Olimpíadas! ¡Despertad!, 8 de junio de 1973, página 15.

Los primeros Juegos Olímpicos de que hay registro se celebraron en el año 776 a. de la E.C. en las llanuras de Olimpia en Grecia occidental. Eso fue más o menos al mismo tiempo en que el profeta hebreo Isaías empezó a profetizar a la nación de Judá. Pero mientras Isaías hablaba acerca del Dios viviente, los antiguos griegos dedicaban sus olimpiadas al dios falso Zeus. Puesto que los Juegos honraban a Zeus, se hacían sacrificios a él y a otros dioses míticos. También había la adoración del Fuego Olímpico. ¡Despertad!, 8 de julio de 1977, página 6. 

Aun como se notó en los juegos olímpicos de Los Ángeles, hay un ambiente casi religioso en las ceremonias... se toca el himno nacional del país organizador, se iza la bandera olímpica y se entona el himno olímpico. En vista de todo esto, ¿cómo debería el cristiano considerar los juegos olímpicos? Además, ¿qué ideales deberían servirle de guía? ¿Es ‘el ganar lo único que importa’, o puede ser una recompensa en sí el simplemente participar? […] 

¿De qué valor sería tener un cuerpo atlético si estuviera dirigido por una mente degenerada o degradada, o si el cristiano se volviera apóstata por participar en eventos deportivos relacionados con la religión pagana? (2 Corintios 6:14-17.) Y en esto yace el peligro hoy. Hay mucho en la filosofía moderna de los deportes que compromete los principios e ideales cristianos, como lo hacen los que practican tal filosofía. ¡Despertad!, 8 de agosto de 1984, páginas 10 y 11.

Durante los primeros Juegos Olímpicos, celebrados en el año 776 a. E.C., se sacrificaron cien bueyes a Zeus. En un extremo del estadio se puso de pie un sacerdote con una antorcha. Los atletas corrieron hacia ese extremo del estadio, en dirección al sacerdote. Al vencedor se le concedió el privilegio de tomar la antorcha y encender el fuego del altar de los sacrificios. Aquella llama siguió ardiendo durante los Juegos en honor y como símbolo de ese sacrificio a Zeus. 

No se sabe que hubiera una llama encendida cuando el barón Pierre de Coubertin volvió a instituir los Juegos en 1896. Sin embargo, tanto en los Juegos de 1928, celebrados en Amsterdam, como en los de 1932, celebrados en Los Ángeles, sí hay constancia de que se mantuvo ardiendo una llama olímpica. Pero, ¿cuándo se originó en tiempos modernos la idea de un atleta que portara la antorcha? La revista Maclean’s dice que en el año 1936 el partido nazi, patrocinador de los Juegos de Verano de Berlín, organizó una carrera de doce días desde Olimpia (Grecia) hasta Alemania, en la que tres mil corredores participaron en llevar la antorcha. Los líderes del III Reich eran expertos en conseguir la máxima acogida de las masas. La revista Maclean’s continúa diciendo: “La llegada de la llama dio a la ceremonia de apertura de los Juegos una espectacularidad sin precedente, y la idea persistió”. 

El autor griego Jenofonte Messinesi dice: “Parece que en todas las ceremonias no hay nada capaz de producir tanta sensación como la Llama que viene de Olimpia, a veces después de dos meses de recorrido. Vincula los Juegos que están a punto de celebrarse con la expresión religiosa santificada durante el transcurso de los siglos”. 

                           Renacen los Juegos 

Los Juegos Olímpicos originales fueron concebidos para avivar las llamas de la adoración. Se originaron como fiesta religiosa en honor de Zeus, divinidad suprema del Olimpo. ¡Despertad!, 8 de marzo de 1989, página 26.

La efímera gloria olímpica no se puede comparar con el premio de la vida eterna que Dios ha prometido a los que le sirven. Para alcanzarlo se requiere buena formación espiritual, no entrenamiento atlético. Pablo dijo a Timoteo: “El entrenamiento corporal [literalmente: “de gimnasta”] es provechoso para poco; pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. (1 Timoteo 4:8.) 

Los Juegos Olímpicos propugnan el entrenamiento corporal, cuyos beneficios son, en el mejor de los casos, tan solo de valor temporal. Ponen de manifiesto ante el mundo lo que un deportista puede conseguir con dedicación y abnegación. Estas cualidades también son necesarias para ganar la carrera cristiana, una carrera que, a diferencia de los deportes olímpicos, resultará en bendiciones perdurables para todo el que la finalice. Por lo tanto, los cristianos hacen bien en imitar, no a los atletas olímpicos, sino a Jesucristo, esforzándose por ‘terminar su entrenamiento’ a fin de ‘correr la carrera con aguante’. ¡Despertad!, 22 de enero de 1993, página 25.

                      Las Olimpiadas: popurrí religioso 

 Las Olimpiadas están enraizadas en la religión griega. Nacieron como festival religioso en honor de Zeus, el rey de los dioses helenos. Varios elementos de los Juegos modernos tienen un aura de religiosidad: los ritos solemnes que se siguen con la bandera olímpica, la llama “sagrada” y el juramento olímpico. El himno casi centenario que se cantó durante la inauguración de la Olimpiada se tradujo al noruego para la ceremonia de apertura de Lillehammer. Este canto tiene marcadas connotaciones religiosas. Se cree que está dedicado a Zeus. La letra (según la versión española de Félix Huertas Tejadas) contiene las siguientes frases: “Sin par Numen olímpico;/raudal ingente de belleza, verdad y lozanía;/germen ancestral./Desciende esplendoroso;/brille tu luz en la alta cumbre;/[...] Al luchador invicto/prestas audacia y vigor./[...] pueblos, en legión,/a ti concurren férvidos,/[...] ¡mítico Numen olímpico/perenne y puro[!]”. La Iglesia Luterana de Noruega, mediante su propio Comité Olímpico organizó un nutrido programa musical y religioso. Todas las principales organizaciones eclesiásticas estuvieron representadas en una amplia labor interconfesional. En la villa olímpica de Lillehammer estaban disponibles los servicios del capellán olímpico oficial y de un equipo ecuménico de religiosos de varias naciones.[…] 

¿Hay algún modo de que se materialicen las aspiraciones olímpicas? La Biblia enseña que todos los esfuerzos que hace el hombre por conseguir un mundo ideal van a fracasar. Sin embargo, el Reino de Dios pronto entrará en acción y hará de la Tierra un paraíso. (Jeremías 10:23; 2 Pedro 3:13.) Ese mundo no se funda ni en el fomento del deporte ni en la lealtad a los principios y tradiciones del olimpismo, sino en la auténtica devoción al Creador. El apóstol Pablo dijo: “El entrenamiento corporal es provechoso para poco; pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. Por consiguiente, los que hoy se entrenan “con la devoción piadosa como mira” ciertamente tendrán como resultado una mente sana en un cuerpo sano. (1 Timoteo 4:7, 8.) ¡Despertad!, 8 de noviembre de 1994, paginas 26 y 27.

Los Juegos Olímpicos se originaron hace miles de años. Con la creencia de que los deportes complacían a los espíritus de los muertos, los griegos de la antigüedad celebraban fiestas nacionales que mezclaban la religión con el deporte. Entre ellas estaban los Juegos Ístmicos, los Nemeos, los Olímpicos y los Pitios. Los Juegos Olímpicos eran los más solemnes, pues se celebraban en honor de Zeus, a quien los griegos consideraban el dios supremo de su panteón. ¡Despertad!, 8 de septiembre de 2000, página 3.
http://es.scribd.com/doc/100676509/El-lado-comico-de-la-Watchtower-Edicion-21-de-julio-de-2012

Fin de las citas

     En definitiva, no soy antropólogo ni etnólogo, pero es indudable que desde los comienzos de la historia humana, los pueblos han celebrado las mismas cosas: nacimientos, bodas, muertes, cosechas, etc., etc., etc.  Por este motivo, argumentar que no se puede "celebrar" algún evento, sobre la base de que un pueblo pagano de la antigüedad lo haya hecho..., me parece una memez.  ¿Y qué hay del "paganismo"?  ¡Bueno, esto es para mear y no echar gota!  Para los mandamases de los testigos de Jehová, todas las religiones son paganas...,excepto la suya.  Quiere decir que, incluso las celebraciones y costumbres de las religiones cristianas, también tienen un origen pagano.  ¡Así no hay quien viva!

     Si nos remontamos al origen de las costumbres y tradiciones que tenemos o seguimos, ¡todo o casi todo tiene un origen "pagano", según el Cuerpo Gobernante!  ¿Qué hay del velo de la novia?  ¿El anillo de bodas?  ¿La arras? ¿El vestido blanco de la novia?  ¿Lanzar arroz?  ¿Cargar a la novia al entrar en el nuevo hogar?  ¿El estrechar las manos cuando nos saludamos?  ¿Taparse la boca cuando bostezamos?  ¿El afeitarse la barba?  ¿El calendario actual?  ¿El color azul para el niño, y el rosa para la niña?  ¿Seguimos...?

     Por eso, a la dilucinaciones del Cuerpo Gobernante, ¡ni caso!  Tú, a lo tuyo.  No dejes que condicionen tu vida unos paniaguados.

     Lo documentamos todo, todo y todo.  ¿Quién es el padre de la mentira y las ideas más rocambolescas en el nombre de Dios?