John Henry Kurtz (JHK). Con la tecnología de Blogger.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Suicidio y teología de estar por casa


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     Estimados camaradas víctimas de la pseudeteología watchtoweriana:

     Hoy, desde este púlpito virtual, tocaremos un tema delicado, muy delicado, ya que tiene que ver con el punto de vista de la confesión religiosa sobre las personas que padecen trastornos nerviosos y que han cometido algún intento frustrado de suicidio.  Incluso, de quienes se han suicidado.   A día de hoy, técnicamente, se les cataloga como personas que comenten un pecado grave, merecedores de un comité judicial con la posibilidad de ser expulsados.  En lugar de quitar este "delito" de su código penal, lo siguen manteniendo ahí.

     He hecho un repaso histórico desde el año 1930 hasta el año 2012, y veremos los cambios que ha podido sufrir la teología watchtoweriana en este tema trascendental.  Y como de costumbre, cuando caes en las manos de estos indocumentados, solo nos queda decirte: "¡Que te pillen confesado!".

    Suicidio: Lo único sensato y sin que sirva de precedente, es lo que dijo el segundo presidente de la confesión religiosa, el borrachín Joseph Franklin Rutherford, calificando al suicida de trastornado metal y por lo tanto alguien a quien no se le puede responsabilizar de esa locura transitoria. Eso fue en el año 1930. Después, en las publicaciones indexadas [desde 1930 al 1985] por la entidad religiosa, te remite a: dos referencias del año 1975 y otra de 1968.  Después, tendremos que remitirnos al año 1987 y 1990 [1986-2012], para hallar sendas referencias sobre el punto de vista bíblico sobre el suicidio.  Un servidor, ha indagado un poco más y ha encontrado algunas publicaciones más donde se amplía el asunto para tener un cuadro más completo. Normalmente, estos teócratas tunantes, esconden lo que no les interesa, no indexando esas publicaciones, por lo que el investigador lo tiene bastante crudo localizar otras referencias que no sean la interesada verdad oficial. Han quedado dos revistas de los años cincuenta que no he podido consultar, por lo que desconozco si ya para ese entonces se despotricó oficialmente contra los suicidas. A partir del año 1968, definitivamente se estigmatiza al suicida y al intento infructuoso de suicidio.

     El suicida es un pecador nato, al asesinarse a sí mismo, contra la ley divina. Suicidarse equivale a un asesinato, a un homicidio. El suicida comete un pecado catalogado de “grave” por el particular código penal de la confesión religiosa y, por lo tanto, debe juzgarse --se sobreentiende que al que ha intentado suicidarse y ha fallado-- al suicida en un comité judicial compuesto por tres ancianos, en la trastienda del Salón del Reino. El suicida muere habiendo cometido un pecado grave y queda comprometida su resurrección futura.

     La confesión religiosa no autoriza que al suicida se le pueda hacer un discurso de funeral en el ámbito de la confesión religiosa, tampoco podrán asistir ni al funeral ni al entierro los miembros de la comunidad religiosa. Tendremos que esperar hasta el año 1987 para que el cuerpo eclesiástico, de refilón y en una breve nota, consuele a los padres del suicida de que la resurrección del hijo no hay que descartarla automáticamente, sino que queda en manos de un Dios misericordioso. Pero, como de costumbre, dan una de cal y otra de arena, y en el año 1990, dan a entender que, después de todo, la resurrección del suicida no hay que darla por hecho con tanta alegría. ¡Todo un cubo de agua fría para los parientes que desafortunadamente tienen un suicida en la familia! También, en el año 1991, se da una advertencia a los posibles suicidas en potencia, advirtiéndoles que no abusen de la misericordia de Dios. Así, tendremos que llegar al año 2000 para que los mandamases escriban que Dios seguramente tendrá en cuenta a las personas que se han quitado la vida en un acto de enajenación transitoria o trastorno mental.

     En resumen, las personas que han padecido trastornos mentales graves, con deseos de suicidio y con alguna intentona fallida, han sufrido también el estigma de la comunidad religiosa..., ¡incluso los familiares del suicida! Han sido muy crueles con estas personas enfermas. Pero, como de costumbre, los integristas no tienen muchos problemas de escrúpulos para aplicar las leyes teocráticas con todo su rigor y sin circunstancias atenuantes.

     No obstante, en el manual secreto para los ancianos, edición del año 2010, todavía se cataloga el intento de suicidio como de pecado grave, merecedor de un comité judicial y consiguientemente, con la posibilidad de ser sentenciado y castigado con una expulsión. Aunque, si bien es cierto que indican que en la mayoría de los casos no sería necesario adoptar esta medida extrema con el presunto suicida. Algo que echo de menos, en las muchas directrices que reciben los ancianos de congregación de parte del Cuerpo Gobernante, es la necesidad de aconsejar a la persona con deseos suicidas para que acuda con urgencia a un psicólogo o psiquiatra en busca de ayuda.  Seguidamente, podréis leer en orden cronológico todas estas "luces" de la verdad watchtoweriana:

El juez Rutherford, en un programa radiofónico el 6 de julio de 1930, contestó la siguiente pregunta de un radioyente. 

Pregunta: Mi hijo se ha quitado la vida.  ¿Lo volveré a ver alguna vez? 

Respuesta:  Naturalmente un padre se siente profundamente apesadumbrado con respecto a un hijo que se ha quitado la vida, y la respuesta correcta es por lo tanto un verdadero consuelo para ese padre.  No es comprensible que una persona en su sano juicio se quite la vida.  Por lo menos, esa persona debe sufrir un trastorno aunque sea temporalmente.  Una persona trastornada no es responsable de sus actos y por lo tanto el Señor no le puede responsabilizar.  Jesús declaró: "No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio".  Y también está escrito: "Y tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos".  Con la autoridad que me dan estos dos textos bíblicos estoy feliz de decirle que su hijo será levantado de entre los muertos, y entonces, obedeciendo la verdad y siguiendo tras la justicia, recibirá la bendición de la vida y vivir para siempre sobre la Tierra.  ¡Anímese!  Confíe en el Señor y espere pacientemente el cumplimiento de Sus promesas.  Él siempre cumple Su palabra.  The Golden Age, 17 de septiembre de 1930, página 825.

¿Es correcto que un testigo de Jehová conduzca un funeral para alguien que muere mientras está expulsado? E.B.--EE.UU. 

Una congregación de siervos de Jehová no debe celebrar el funeral de alguien que muere mientras está expulsado; tampoco debe oficiar en tal funeral un cristiano dedicado, a pesar de que los demás miembros de la familia sean testigos de Jehová y tengan una buena reputación. Tampoco debe asistir a tal funeral alguien de la congregación. Nunca queremos dar a los de afuera la impresión de que una persona expulsada era aceptable en la congregación cuando en verdad y de hecho no era aceptable sino que había sido expulsada de ella. 

David expresó la manera correcta de pensar cuando dijo que ni siquiera quería que se le asociara con tales personas al tiempo de la muerte: “No me quites el alma junto con los pecadores, ni la vida junto con los hombres culpables de derrame homicida de sangre.”--Salmo 26:9. La Atalaya, 1 de julio de 1962, página 415.

                El punto de vista cristiano 

A pesar de los llamados puntos de vista tolerantes hacia el suicidio en la cristiandad, puntos de vista que subrayan la creciente falta de moralidad y la falta de fe en Dios por parte del mundo, los cristianos verdaderos no pueden excusar tales actos, por varias razones.  Tales actos no muestran temor a Dios, ni confianza alguna en El.  Son un rechazamiento de la bondad inmerecida de Dios.  Son una violación de su mandamiento en contra del asesinato.  El suicidio es asesinato, y es tan incorrecto el asesinarse uno mismo como lo es asesinar al prójimo.  Es un desprecio a la santidad de la vida.  Es un acto de cobardía, el huir de los problemas en vez de enfrentarse a ellos.--Éxodo 20:13; Romanos 14:7-9. 

El suicido afecta la salud mental de los parientes o amigos del difunto.  Los deja con un enorme sentido de culpa y vergüenza, sin mencionar otras cargas que pueden sobrevenirles.  También afecta la salud mental de la comunidad.  Es como si uno hubiese encontrado un asesino en su comunidad, dentro de su propia familia.  Ciertamente no es un acto de amor, y los cristianos deben amar.--Marcos 12:28-31.  ¡Despertad!, 8 de marzo de 1968, páginas 5 y 6. 

● ¿Qué punto de vista indica la Palabra de Dios que los cristianos deben tener acerca del suicidio? 

Jehová como fuente de la vida ha decretado que la vida humana es preciosa, sagrada. (Gén. 9:5; Sal. 36:9) Por consiguiente, el suicidio, que significa quitarse uno su propia vida, o matarse uno mismo, está condenado por la Biblia. Tal acto intencional es autoasesinato. (Éxo. 20:13; 1 Juan 3:15) Los pocos suicidios que se mencionan en la Biblia son de los que fueron infieles a Jehová y que no consideraron que su vida realmente pertenecía a Dios.—1 Sam. 31:4; 2 Sam. 17:5-14, 23; 1 Rey. 16:18; Mat. 27:5. 

El que intencionalmente se quita su propia vida lo hace sin hacerle caso en absoluto a la santidad de la vida; se hace culpable de homicidio. Cuando alguien se suicida mientras está en posesión de sus facultades mentales, eso muestra que está falto de moralidad, que carece de fe, que no teme a Dios. Es un acto de cobardía, en el cual el individuo rehúsa enfrentarse a los problemas y responsabilidades de la vida. Si el individuo alegaba ser cristiano verdadero, ese acto rompería violentamente su relación con Jehová. El suicidio pudiera ser el haber cedido a presiones de demonios que animaran a la autodestrucción. (Mat. 17:14-18) Este sumamente egocéntrico acto de asesinato no manifiesta ningún amor a los miembros sobrevivientes de la familia de la persona, ningún amor a la congregación y amigos de la persona, y ni siquiera amor para la comunidad circunvecina, ya que trae vergüenza y angustia mental a todos los asociados.—Mar. 12:31. [...] 

Por otra parte, cuando se ha establecido claramente que es un suicidio, los miembros de la congregación y los ancianos pudieran desear no envolverse en el funeral. En esos casos se dejarían a la familia misma los arreglos para un funeral privado donde algún miembro de la casa pudiera decir unas cuantas palabras por consideración a los parientes. Además, algunos quizás no deseen asistir a un funeral de una persona de la cual se crea que se suicidó cuando el funeral lo conduce una persona que no es miembro de la congregación o el mismo empresario de pompas fúnebres a petición de la familia. 

Como amadores de la justicia dejamos el asunto en las manos de un Dios misericordioso y sapientísimo en cuanto a cualquier futuro posible para algunos de los que son impelidos al suicidio. Nosotros que somos amadores de la vida, que consideramos sagrado cada día de vida, nos esforzamos por conducir nuestros asuntos y asociaciones de cada día de manera que merezca la aprobación de Aquel que dio la vida a la humanidad. La Atalaya, 1 de diciembre de 1975, página 736. 

          ¿FUNERALES DE PERSONAS EXPULSADAS? 

Sin embargo, supongamos que el difunto sea una persona expulsada, alguien que haya sido echado de la congregación cristiana por una razón u otra. En “Preguntas de los lectores” (La Atalaya de 1962, pág. 415) se adoptó la posición de que era incorrecto un funeral para una persona expulsada. Se dio el comentario: “Nunca queremos dar a los de afuera la impresión de que una persona expulsada era aceptable en la congregación cuando en verdad y de hecho no era aceptable sino que había sido expulsada de ella.” ¿No hay excepciones, en cuanto a arreglos para el funeral para una persona expulsada? […] Parece que esta distinción hasta se podría observar en relación con el funeral de una persona expulsada. Una congregación cristiana no querría que su buen nombre se manchara al asociarlo con alguien a quien le aplicara 2 Juan 9, 10, aun en su muerte. Pero suponga que una persona expulsada hubiera estado dando alguna evidencia de arrepentimiento genuino y hubiera estado viniendo a las reuniones y manifestando un deseo de ser restaurada en la congregación. Entonces, si a los ancianos les pareciera que no perturbaría la paz y armonía de la congregación ni le traería vituperio al pueblo de Dios, no habría objeción alguna a que un anciano pronunciara un discurso. 

Esta fue la posición oficial de la confesión religiosa hasta que se publicó La Atalaya del 15 de junio de 2002, páginas 30 y 31: Hay un aspecto más que analizar: ¿cómo ven el suicidio y la muerte del difunto las personas de la comunidad? Esto debe interesar sobre todo a los ancianos, pues ellos cuidan de la reputación de la congregación local de los testigos de Jehová. Dependiendo de la actitud general hacia el suicidio en la comunidad, y en especial para con el caso en cuestión, puede que los ancianos prefieran no efectuar dicho funeral públicamente ni en el Salón del Reino. 

No obstante, es posible que un ministro cristiano a quien le pidan que hable en un funeral opte por hacerlo a nivel personal, no como representante de la congregación. Si así lo decide, debe ser discreto y no hacer comentarios categóricos sobre la posibilidad de que la persona sea resucitada. Cualquier perspectiva futura para los muertos está en manos de Jehová, y nadie puede decir si el difunto será resucitado o no. El ministro cristiano puede hablar sobre las verdades bíblicas respecto a los muertos y ofrecer consuelo a los que están de duelo. La Atalaya, 15 de octubre de 1977, página 634.

El dato acerca del suicidio de George se incluyó, no para indicar que el suicidio sea una muerte natural, sino para mostrar cómo su padre pudo hacer frente a esta tragedia gracias al consuelo de algunos textos bíblicos. Sí, el suicidarse es algo muy serio y trágico, pero siempre tenemos la seguridad de que Jehová y su Hijo, Jesucristo, obrarán correctamente en cada caso. Jehová conoce todas las circunstancias implicadas, el grado de responsabilidad y la posibilidad de arrepentimiento. Podemos cifrar confianza completa en que Él aplicará su misericordia al mayor grado posible en armonía con su voluntad.—La dirección.  ¡Despertad!, 22 de noviembre de 1987, página 28. 

              Una oportunidad misericordiosa 

Los amigos de la persona que se ha suicidado, aunque se sientan aturdidos por la noticia, pueden sentirse reconfortados al saber que “Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen. Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, y se acuerda de que somos polvo”. (Salmo 103:10-14.) Solo Dios puede comprender plenamente el papel que desempeña una enfermedad mental, una situación extrema de estrés o hasta defectos genéticos en lo que se denomina una “crisis suicida”. La publicación National Observer comenta que “esta característica no es constante en nuestra vida, [sino que] a menudo es un asunto de solo minutos u horas”. (Eclesiastés 7:7.) 

En realidad, la persona que se quita la vida se priva de la oportunidad de arrepentirse de su acto. Pero, ¿quién puede saber si alguien que ha sentido el impulso de suicidarse habría cambiado de actitud en caso de haber fallado su intento de quitarse la vida? Por ejemplo, algunos asesinos renombrados han cambiado y han conseguido el perdón de Dios. (2 Reyes 21:16; 2 Crónicas 33:12, 13.) 

Tampoco hay que olvidar que, por haber pagado un “rescate en cambio por muchos”, Jehová está en su derecho de extender misericordia, incluso a algunas personas que se han quitado la vida, resucitándolas y dándoles la inestimable oportunidad de ‘arrepentirse y volverse a Dios por medio de hacer obras propias del arrepentimiento’. (Mateo 20:28; Hechos 26:20.) 

        La manera bíblica y responsable de ver la vida 

La vida es una dádiva de Dios, y por lo tanto no debe profanarse ni debe ponérsele fin a voluntad. (Santiago 1:17.) Debido a ello, las Escrituras nos animan a vernos, no como almas inmortales, sino como valiosas creaciones del Dios que nos ama, que valora el que estemos vivos y que espera con gozo el tiempo de la resurrección. (Job 14:14, 15.) 

La cualidad del amor nos permite reconocer que el suicidio, si bien es un medio de evadir los problemas, no hace más que amontonarlos sobre los seres queridos. Y en lo que respecta al que se quitó la vida a la ligera, nosotros, como humanos, no podemos juzgar si resucitará o no. ¿Hasta qué grado era culpable? Solo Dios escudriña ‘todos los corazones y toda inclinación de los pensamientos’. (1 Crónicas 28:9.) Pero podemos confiar en que ‘el Juez de toda la Tierra hará lo que es amoroso, justo y recto’. (Génesis 18:25.)  ¡Despertad!, 8 de septiembre de 1990, pagina 23. 

                             Suicidio   

Mi madre, una fiel sierva de Dios, se quitó la vida tras un mes de depresión profunda. Su muerte nos dejó a todos los que la amábamos con un pesar y una congoja indescriptibles. La idea de que quizás nunca volvería a verla hizo que el dolor de su pérdida se me hiciese aún más difícil de sobrellevar. Su artículo “El punto de vista bíblico: ¿Resucitarán los suicidas?” del 8 de septiembre de 1990 me hizo sentir más “normal” y feliz, pues ahora sé que puedo abrigar la esperanza de que resucite.--T. M., Estados Unidos 

El artículo mostraba misericordia. Sin embargo, ¿no cabe la posibilidad de que las personas angustiadas vean esa misericordia como un justificante para buscar la “salida fácil”? --N. G., Estados Unidos 

Si bien la desesperación implacable pudiera hacer que la muerte pareciese atractiva a una persona con depresión profunda (compárese con Job 10:1), el suicidio equivale al asesinato de uno mismo, lo que constituye una violación de la ley de Dios y una opción inaceptable para un cristiano. Si alguien tiene ideas suicidas, no debería abusar de la misericordia de Dios, sino buscar ayuda para resistir sus impulsos autodestructivos. (Santiago 1:14, 15.) Podría pensar en el doloroso vacío que su muerte dejaría en las vidas de sus seres queridos. Debería recordar que Jehová “está cerca de los que están quebrantados de corazón” y arrojar sus cargas sobre Él. (Salmo 34:18; 55:22.) También pudiera explicar a sus compañeros de creencia la desesperación que siente y aceptar su ayuda. Con todo, si una persona sucumbe a sus impulsos suicidas, los dolientes pueden consolarse al saber que el futuro de su ser querido está en las manos de un Dios amoroso.—La dirección. ¡Despertad!, 8 de enero de 1991, página 30. 

A los familiares quizás les parezca que estas circunstancias son extremas y que les faltan las fuerzas para soportarlas. Pero no han de olvidar que Jehová Dios resucita a los muertos, entre quienes bien pudieran estar los seres queridos que, abrumados por la depresión u otra enfermedad mental, o por la desesperación, se quitan la vida (véase “El punto de vista bíblico: ¿Resucitarán los suicidas?”, en ¡Despertad! del 8 de septiembre de 1990, págs. 22, 23). Aunque no puede justificarse el suicidio, consuela recordar que el futuro de nuestros seres queridos está en manos de Dios, quien comprende a la perfección que las debilidades y flaquezas pudieran empujar a uno a dar un paso tan desesperado.  ¡Despertad!, 22 de febrero de 2000, páginas 6 y 7. 

El último manual “secreto” entregado a los ancianos de congregación, en el apartado donde se enumeran los pecados graves que pueden llevar a la expulsión de un miembro de entre la comunidad religiosa y por tanto se le debe formar un comité judicial previamente, está el suicidio y el intento frustrado: Pecado grave que merece la formación de un comité judicial

4. Un intento de suicidio puede deberse a una profunda desesperación o depresión grave.  Traten a la persona con mucho cuidado y compasión.  En la mayoría de los casos no será necesaria una audiencia judicial.  (Salmo 88:3, 17, 18; Proverbios 15:13; Eclesiastés 7:7; La Atalaya, 1 de marzo de 1990, paginas 5-9; La Atalaya, 15 de marzo de 1990, páginas 26-30; ¡Despertad!, 8 de septiembre de 1990, página 22 y 23; La Atalaya, 15 de diciembre de 1983 paginas 3-11).  "Pastoreen el rebaño de Dios" (1 Pedro 5:2), página 59, [edición año 2010]. http://www.vacunadefe.com/Documents/ks-10.pdf

     La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.  ¿Quién es el padre de la mentira y de todas las pifias teológicas?