¿Se puede comprar la salvación eterna? |
Nuestro Ministerio del Reino, junio de 2012, página 2 |
Escribía Don Francisco de Quevedo:
Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,
de continuo anda amarillo,
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.Nuestro hermano Pepe nos envía esta solicitud teocrática donde la Voz de Dios en la Tierra, pide a los creyentes que, antes de partir a la otra vida..., ¡les donen todos sus bienes materiales y temporales! En un breve anuncio que aparece en el boletín mensual interno de la confesión religiosa: Nuestro Ministerio del Reino, junio de 2012, página 2. Por lo sucedido con el caso Candace Conti, ciertamente, los mandases de la entidad religiosa, van a necesitar ingentes cantidades de dinero para poder pagar las indemnizaciones que se otean en el horizonte inmediato.
Antes de continuar, quisiera matizar que --un servidor-- no está en contra que una persona decida libremente disponer de sus bienes como mejor le plazca. Pero, cuando a una confesión religiosa con el notorio arraigo y olé, no se le conoce ninguna labor social institucionalizada (llámese: comedor social, hospital o centro de acogida, etc.), no entiendo el por qué o para qué necesita las herencias de nuestros padres o abuelos. ¿Qué se hace con todo el dinero..., si no se destina a ninguna obra social conocida? Además, está uno escamado con el binomio dinero-salvación eterna. ¿Podemos comprar nuestra salvación eterna..., si donamos nuestros bienes al Cuerpo Gobernante?
Dicho esto a modo de introducción, haremos la oportuna disección y crítica del artículo de los pedigüeños sin fronteras. ¡Va por ustedes!
¿Qué debe tomar en cuenta la persona que quiera que, después de su muerte, todos sus bienes, o parte de estos, pasen a la organización de Jehová? Con esta pregunta temática, nos indican que la organización de Dios en la Tierra --o sea, el Cuerpo Gobernante-- acepta nuestros bienes temporales después de nuestra marcha de este mundo. Sí, Dios, quien está en los cielos, acepta nuestros bienes terrenales de mil amores. Pero, ¿qué hay entonces de los herederos naturales, como lo son los hijos y nietos...? ¡Que les den carbón!
Para convencernos, los pedigüeños se devanan los sesos, y dicen: "Al morir, perdemos el control sobre nuestras posesiones materiales". Cierto. Esto es una perogrullada solventada legalmente desde tiempos inmemoriales: cuando uno fallece, todo sus bienes pasan automáticamente a sus legítimos herederos, como lo son los hijos o parientes más cercanos. Realmente, el "control" no se pierde, pues pasa a ser de nuestros hijos. Entonces, ¿quién quiere conseguir el "control" de esas posesiones materiales y para qué? Tal vez, podríamos hacer la pregunta de otra manera, ¿quién quiere pillar la herencia de nuestros hijos?
¿Algún cristiano, con muchos años en las espaldas y con ganas de ganarse la salvación eterna, tiene dudas sobre qué hacer con sus bienes terrenales? ¿Alguna idea teocrática al respecto? ¿Algún voluntario para heredar? Los de la Orden del Voto de Probreza, nos ofrecen una solución: "Puesto que existen limitaciones a la facultad de testar, el que desee hacer testamento a favor de nuestra confesión religiosa, puede ponerse en contacto con la sucursal para recibir más información". Sí, hermano en la fe y en la fa, ¡contacta con nosotros! ¿Quién más puede decir que es la organización de Jehová? ¿Quién --aparte de nosotros-- puede avalarte para que te concedan la salvación eterna en el Nuevo Orden de Watchtowerlandia que nosotros humildemente te prometemos? Te quedan dos telediarios, ¿y no quieres asegurarte el pasaporte teocrático a la otra vida? ¿Quién o qué puede darte más por menos? ¡La sucursal, sí, hermano! La sucursal, no es otra cosa que la Sede Nacional de los Testigos Cristianos de Jehová en España. Un apunte imprescindible para los neófitos en la materia.
Luego, para quien disponga de muchos bienes, la confesión religiosa recuerda y explica que existe la figura del albacea: la persona encargada de distribuir la herencia entre los herederos. Es chocante y hace gracia lo que apuntan los mandamases: "El mero hecho de ser miembro de la confesión no significa que automáticamente cualquiera pueda ser un buen albacea". ¡Je, je, je! ¡No se fían ni de su sombra! ¡No vaya a ser que un ancianete (pastor religioso) de turno, les haga una mala pasada y trinque la pasta en el reparto! Ya sabes lo que dice el refrán: "El que parte y reparte, se queda con la mejor parte". ¿Quién determina la persona que ejercerá de albacea...? ¡Imagínatelo!
Los que presumen de esperanza celestial y escupen de boquilla sobre el dinero, quieren tener bien atadas las cosas terrenales: "El notario entregará al otorgante una copia del testamento. Sería muy conveniente enviar una copia o fotocopia de dicho testamento a la sucursal para su constancia". ¡Está claro! Una cosa es que nos areguen en el Salón del Reino, día sí y día también, sobre lo malo que es el dinero y, otra desearlo con vehemencia y plasmarlo por escrito..., ¡a ver cuántas abuelas pican en el anzuelo!
Finalizan como no podía ser de otra manera: metiéndonos el miedo en el cuerpo. "Al ser conscientes de la fragilidad de la vida en un sistema de cosas como este, centenares de hermanos han decidido hacer testamento a favor de la organización de Jehová para así tener la certeza de que sus deseos y voluntad son respetados". Contraponen la vida presente, efímera e inestable, con la que ellos prometen en el nuevo sistema de cosas..., eterna y en perfecta juventud. ¿Se puede ofrecer más por tu dinero? Y, recuerda, cuando el pardillo integral ibérico y allende los mares les deja su herencia a los maestros en la opacidad financiera..., ¡se lo están dejando a la organización de Jehová..., se lo dejan a Dios! ¿A quién no le interesaría congraciarse con Dios..., cuando le quedan dos telediarios de vida? ¿Pudieran servirnos nuestros bienes terrenales como un medio para ganar la salvación eterna? Esto no es nada nuevo. Ha sido una constante histórica.
"Además, esta es una manera práctica de honrar a Jehová con nuestras cosas valiosas". Sin duda, este artículo influirá en una cantidad de abuelitas y hará que opten por dejar como herederos a la confesión religiosa. Pocos artículos que escriban, se saldrán más rentables que este.Para finalizar, me gustaría saber cuánto dinero ingresa la confesión religiosa anualmente en España en concepto de bienes heredados. ¡Es un misterio sin resolver! Nos piden mucho pero no nos dan nada..., ¡bueno, sí..., nos dan opacidad financiera a espuertas! ¿Qué pasa si yo pregunto por el destino de nuestras donaciones en metálico? ¡Entonces soy un apestoso apóstata! Los madamases del Cuerpo Gobernante, lo tienen todo atado y bien atado.
Yo, por mi parte, advertiré a mis padres y abuelitas de confianza a que dejen sus bienes a quienes cuiden de ellos en su vejez..., ¡no a ningún aprovechado de turno! Les preguntaré: "¿Qué ha hecho la organización de Jehová por ti? ¿Te lleva al médico? ¿Te hace la comida cuando estás enferma? ¿Te limpia la casa? ¿Te hace las gestiones? ¿Te hace la compra y te la trae a casa? ¿Se preocupa de las condiciones en las que vives? ¿Te han preguntado alguna vez si tienes calefacción en tu casa en invierno? ¿Si pasas frío? ¿Si pasas calor en verano? ¿Van a la farmacia a comprarte los medicamentos? ¿Te ayuda en tu aseo personal? ¿Te compran alguna prenda que necesitas? ¿Están a tu lado, haciéndote compañía, cuando estás en tu casa sóla? ¿Se quedan de noche contigo, por si necesitas algo cuando estás enferma? ¿Te invitan a comer y a pasar un rato juntos en actos sociales que no tengan nada que ver con los servicios religiosos? ¿Cuentas para ellos en algo que no sea para darles tu dinero o tu tiempo para "vender" sus productos?". Estas y otras muchas preguntas es la que les hago en cuanto tengo la oportunidad.
Lo que no es de recibo, es que una confesión religiosa que no piensa hacer nada por nosotros..., ¡tenga la cara dura de pedir en herencia nuestros bienes..., en el nombre de Dios! ¡Tengo muchos calificativos para ese tipo de conducta..., pero me los reservo! Una entidad religiosa que no regenta ningún geriátrico..., ¡pidiendo la herencia a las abuelas! ¡A un servidor se le caería la cara de vergüenza! Pero, para el Cuerpo Gobernante, la vergüenza era verde y se la comió un burro.
Lo documentamos todo, todo y todo. La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. ¿Quién es el padre de la mentira y la cara dura sin fin?