Estimados amigos, conocidos y saludados:
Los teócratas sin paragón, los del Cuerpo Gobernante, siguen con su política maximalista y atando en corto a los miembros que componemos la confesión religiosa. Ellos son maestros en el arte teocrático de tirar la piedra y esconder la mano. Su distintos portavoces, de cara a la opinión pública, continúan presentando la negativa a aceptar transfusiones de sangre por parte del anónimo testigo de Jehová, como un asunto personal y de conciencia, de libre decisión individual, en la que no tienen nada que ver los mandamases. Me viene al pensamiento la actitud cobardona e interesada de Poncio Pilato, lavándose la manos, para desentenderse de tanta muerte en aras de una verdad caduca y con objetivo de distanciarse de la decisión del miembro, intentando eludir cualquier responsabilidad en el asunto: "¡A mí, que me registren!", parece que digan los ocho miembros del Cuerpo Gobernante de elegidos para la gloria. No obstante, en el imperio que gobiernan los teócratas watchtowerianos, se aplica la
omertá a quien osa desafiar la prohibición de transfundirse sangre: existe un severo castigo llamado "expulsión" o "desasociación" en el jerga de la entidad religiosa.
https://picasaweb.google.com/formerwitness/CENTRODEDOCUMENTACIONPERMANENTESOBRELAEXPULSIONENLOSTESTIGOSDEJEHOVA
Todo esto viene a cuento por la noticia aparecida en diversos medios de comunicación británicos, respecto al hijo de una testigo de Jehová al que se le administrará las transfusiones de sangre necesarias para salvar su vida..., ¡como última opción! La B.B.C., y The Economist, han dado la noticia el 28 de agosto de 2013. Como a los apóstatas impenitentes nos gusta documentar lo que decimos, además de los diversos enlaces periodísticos, incluimos la sentencia judicial en estado puro. ¡Va por ustedes!
La sentencia trata sobre el hijo de una hermana nuestra, testigo de Jehová. Él tiene 26 años de edad, las iniciales de su nombre son G.K., vive con su madre ya que padece un retraso en su desarrollo de origen desconocido. Asiste a un colegio especial ya que sufre de grave incapacidad para el aprendizaje. Como no es capaz de tomar sus propias decisiones en materia de salud, se acudió a su madre como quien ostenta la patria potestad. El personal médico llegó a un acuerdo con su madre sobre la necesidad que tiene el hijo de hacerle una serie de extracciones dentales bajo anestesia general. Entre otras cosas, hay que extraerle ocho piezas de la mandíbula inferior derecha y seis de la mandíbula superior derecha, ocho de la mandíbula superior izquierda y otras ocho de la mandíbula inferior izquierda; la reparación de seis piezas de la mandíbula superior derecha --o su extracción si una vez examinadas el pronóstico es malo--, y la extracción de siete piezas de la mandíbula superior izquierda si están dañadas y no son reparables.
Sin embargo, los médicos que deben intervenirle quirúrgicamente exigen la posibilidad de echar mano de productos sanguíneos en caso de una hemorragia que pueda hacer peligrar su vida. Basándose en sus creencias religiosas, la madre se opone a cualquier componente sanguíneo. Existe un mínimo riesgo de hemorragia durante la intervención quirúrgica programada y por eso hay pocas probabilidades de que sea necesario administrarle componentes sanguíneos. El equipo médico se reunió con la madre el 13 de junio de 2013, para expresarle la necesidad que tienen de poder contar con esos productos sanguíneos en caso de que surjan complicaciones durante la intervención y sea necesario administrárselos para salvarle la vida. Esta medida extrema únicamente se tomaría en caso de que el sangrado no pudiese pararse por medios quirúrgicos o de sutura. Dicha reunión concluyó sin que la madre diese su consentimiento a la administración de componentes sanguíneos. Después de dejarle durante un tiempo para que reflexionase sobre la solicitud que le hicieron en la reunión, ella siguió en sus trece no autorizando el uso de ningún componente sanguíneo.
Se valoró que el tratamiento dental favorecía los mejores intereses del hijo, y tanto la madre como el equipo médico estuvieron de acuerdo. Sin embargo, el equipo médico no quiere realizar la intervención sin tener la posibilidad de echar mano a una transfusión sanguínea para que en caso de necesidad puedan salvar la vida del paciente. Es raro que puedan surgir complicaciones en dichas intervenciones quirúrgicas, pero es responsabilidad del equipo médico el preverlas y saber qué pueden hacer en dichos momentos para actuar con miras a los mejores intereses del paciente. El juez se asesoró para que no hubiese ningún otro tipo de transfusión asequible que fuese aceptable para los testigos de Jehová. La señorita Shirley Murray, enfermera para hemofílicos y coordinadora en el centro para hemofílicos en Irlanda del Norte, asistió a la reunión mantenida el 13 de junio de 2013 y aconsejó que no existía otra alternativa práctica, confirmándolo en un correo electrónico con fecha de 9 de julio de 2013 remitido a este tribunal. La intervención está programada para el 20 de agosto de 2013. Pensando en la salud del paciente, no es prudente retrasar la intervención ya que experimenta gradualmente mayores índices de dolor.
La primera cuestión que se nos plantea, es la propia capacidad del enfermo para decidir. Fue de ayuda la ley
Re MB [1997] 2 Family Law Reports 426, que dice:
"Una persona carece de capacidad si alguna deficiencia o alteración de las funciones mentales la incapacita para tomar una decisión autorizando o desautorizando un determinado tratamiento.
Esta incapacidad para decidir se producirá cuando:
(a) Cuando el paciente es incapaz de comprender o retener la información sobre la que debe tomarse la decisión, especialmente en cuanto a las posibles consecuencias de aceptar o no aceptar el tratamiento.
(b) Cuando el paciente es incapaz de utilizar y sopesar la información como parte de un proceso del que hay que tomar una decisión".
En este caso, ha habido una evaluación conjunta por parte de el psiquiatras Dr.
McGurgan; y el Dr. Stephens, especialista sobre la necesidades dentales especiales del paciente; siendo ambos de la misma opinión sobre la incapacidad del paciente para superar las pruebas mencionadas y cuya propuesta es aceptada por la madre y es un hecho evidente tras la lectura de estos diarios. Por lo tanto, yo (el juez) acepto que en esta situación, el paciente está incapacitado para tomar una decisión.
La segunda cuestión es el papel de este tribunal en estas circunstancias y en relación con dicho paciente, ha sido de ayuda, aunque en un contexto ligeramente diferente, el caso Herczgfalvy v Austria [1993] 15 EHRR 432, donde el tribunal dijo:
"Si bien le corresponde al personal facultativo decidir, sobre la base de las reglas que la ciencia médica reconoce, y sobre los métodos terapéuticos a utilizar, si es necesario por la fuerza, para preservar la salud metal y física de los pacientes que son completamente incapaces de decidir por sí mismos y por los que por lo tanto son ellos los responsables; sin embargo, tales pacientes están protegidos por el Artículo 3 de la Convention cuyos requisitos no permiten ninguna excepción.
Los principios establecidos en medicina, son sin duda, un principio decisivo en tales casos; como norma general, una medida que es una necesidad terapéutica no puede de ningún modo ser considerada como degradante o inhumana. No obstante, el tribunal deberá asegurarse que existe tal necesidad médica y que se ha demostrado convincentemente".
En este caso, están presentes una serie de artículos de la
Convention (¿Derecho Procesal?). La primera es la obligación positiva del tribunal de velar por la vida de éste paciente, tal como aparece en el Artículo 2 de la
Convention. Según el Artículo 3 de la Convention, está la obligación de asegurarse que al paciente no se le impone un tratamiento inhumano o degradante. Tercero, según el Artículo 8, le asiste el derecho de que se le garantice su vida privada y familiar. En este caso en particular, este asunto ha surgido como resultado de un informe de su abogado en el que se demuestra que este paciente disfruta de una relación estrecha y cariñosa con su madre y el resto de la familia. No tengo ninguna duda que si fuese necesario autorizar el uso de componentes sanguíneos en el tratamiento que se le aplique, causaría un grado de angustia en su madre que, a su vez, le sería transmitiría a él. De modo que, debo tenerlo en cuenta.
Las decisiones que debe tomar un juez en casos como este, son de las más difíciles. No existe ninguna duda de que todas las personas que por este caso han presentado su testimonio ante mi, estando envueltas en este caso y que están ante este tribunal, tienen el compromiso de velar por los mejores intereses de este paciente. La propuesta es que la decisión será que se utilicen los componentes sanguíneos si existe el riesgo de muerte para el paciente. Por lo tanto, las opciones que tiene este tribunal son: o bien respetar la decisión de su madre que podría causarle la muerte al paciente, o no hacerlo. Mi decisión como juez, conlleva un pequeño riesgo para el paciente: de infección o de rechazo del tratamiento, necesario por otra parte a la luz de la evidencia aportada por el Dr. O'Neill. Reconozco que la angustia sufrida por la madre será una que se le transmitirá al paciente y que esto pudiera afectar su vida privada.
Yo aplico lo establecido por el Tribunal Europeo: que un tratamiento médico necesario no puede ser considerado como de inhumano o degradante, y que cuando la necesidad terapéutica se ha demostrado que existe de manera convincente, eso sería velar por los mejores intereses del paciente.
Por eso concluyo que a causa del riesgo para la vida de este paciente, autorizo a que sean utilizados productos sanguíneos en circunstancias muy específicas. Quiero dejar claro que sólo permitiré el uso de productos sanguíneos en caso de absoluta necesidad, tal como se ha expuesto ante este tribunal: para garantizar la vida del paciente. Únicamente, bajo estas circunstancias podrá utilizarse productos sanguíenos, tal como especifica esta sentencia.
http://www.courtsni.gov.uk/en-GB/Judicial%20Decisions/PublishedByYear/Documents/2013/[2013]%20NIFam%208/j_j_MOR8964Final.htm
Fin de la traducción apóstata.
Sin duda, este tipo de sentencias donde se pretende garantizar la vida del paciente --especialmente cuando éste es incapaz de decidir lo que más le conviene-- hacen un bien tremendo a nuestras sociedades y recorta las alas al integrismo religioso que pone en peligro las vidas de las personas en aras de unas "verdades" caducas.
Este paciente, y todos, se merecen el mejor tratamiento médico y las mayores garantías para su vida. La vida es sagrada y, sin duda, Dios no impide tratamientos médicos. La Biblia no habla nada de transfusiones de sangre, su prohibición, es un invento teológico gratuito de unos indocumentados --académicamente hablando-- que se ha autoproclamado el único canal de comunicación de Dios con la humanidad. La prohibición de las transfusiones de sangre, tiene la fecha de caducidad fijada: tal como lo tuvieron la vacunas y los trasplantes. ¡Estamos escamados de tanto timo en el nombre de Dios! Por eso, desde este púlpito virtual, seguiremos denunciando los excesos del todopoderoso Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová.
Lo documentamos todo, todo y todo. ¿Quién es el padre de la mentira y de las patrañas en el nombre de Dios?
Enlaces con la B.B.C., y The Economist:
http://www.economist.com/blogs/erasmus/2013/08/jehovahs-witnesses-and-blood
http://www.bbc.co.uk/news/uk-northern-ireland-23843077