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"Sabiendo leer y escribir, y las cuatro reglas, ¡con eso vas que te matas!" |
Estimados camaradas sufridores impenitentes y constantes:
Estoy aprovechando las vacaciones estivales para actualizar mi libro
El lado cómico de la Watchtower, también la sección que contiene la parte final de tan insigne y apóstata libro:
Diccionario Etimológico Watchtoweriense-Español.
http://es.scribd.com/doc/100676509/El-lado-comico-de-la-Watchtower-Edicion-21-de-julio-de-2012 Espero publicar la edición actualizada el próximo mes de septiembre, Dios mediante. Como siempre gratis..., ¡sin pedir donaciones en metálico para etéreas y esotéricas Obras Mundiales en el nombre de Dios! ¡Dios mío..., el nombre de Dios todo lo aguanta!
Añado nueva acepciones y actualizo otras en la parte del diccionario. Tal vez, la más extensa, sea la corresponde a la palabra
Universidad. Me lo he currado un poco, nada difícil, solo entretenido, pero me gustaría compartirlo con todos vosotros..., ¡ávidos y apóstatas lectores ibéricos y allende los mares! Pretendo hacer una entrada que se interprete a sí misma, basándome exclusivamente en citas de las publicaciones oficiales de la entidad religiosa del notorio arraigo y olé. Deseo que os sirva en vuestros trabajos escolares, académicos y pastorales urbi et orbi. Será un aperitivo de lo que os espera en la próxima edición teocrática del libro. ¡Signo inequívoco de la bendición de arriba! ¡Va por ustedes!:
Universidad: Instrumento del
Diablo para corromper al cristiano devoto.
El ambiente universitario per se
es un peligro para la fe y la castidad del cristiano. Son centros de corrupción moral. El miembro de la confesión religiosa deberá
rechazar con inmediatez la tentación de formarse académicamente en la
universidad. El Cuerpo Gobernante, ya le
vale el que tú te defiendas sabiendo leer y escribir y con las cuatro reglas…,¡para
“vender” sus productos no te hace falta titulación académica!
Aunque puede que algunos programas universitarios en
que los estudiantes reciben finalmente un diploma suministren buen
adiestramiento en varios oficios, parece que con frecuencia el objetivo
principal de los programas de enseñanza universitaria, al igual que el ambiente
universitario, tiende a obrar en contra de las buenas metas espirituales que se
delinean en la Biblia, como el aumentar la fe en Dios y Sus propósitos, y el
mantener una conducta excelente y casta. La decisión de procurar una educación
universitaria o no hacerlo es personal, pero creemos que es aconsejable dar
advertencias acerca de los peligros que pueden estar envueltos en el asunto.—La
dirección. ¡Despertad! 22
de febrero de 1985, página 28.
Por supuesto, a algunos oficiales escolares, padres y estudiantes
no les importa la moralidad sexual elevada. Pero si usted es padre o madre
y tiene un hijo o una hija que está en la escuela secundaria, y piensa enviar a
él o a ella a la universidad, ¿le importa? Si le importa, tiene que considerar
este hecho escueto: sin duda, el colegio de enseñanza universitaria tiende a
corromper la moralidad sexual. Pregunte a los que han estado allí. Si son
veraces, rara vez hallará a alguno que diga que su moralidad ha sido mejorada.[…]
La desintegración de la moralidad sexual está empeorada por la actual manía de
las drogas. La mayoría de los estudiantes universitarios por lo menos ha
experimentado con alguna clase de droga. Aumenta el número de los que recurren
al mortífero hábito de la heroína. […]Es verdad que actitudes
similares para con la violencia, las relaciones sexuales y las drogas existen
en ciudades y naciones en general. Pero en el colegio universitario están más
concentradas y se presentan en una edad en que los jóvenes tienden a
experimentar y están lejos de la restricción doméstica.
¿El resultado? Una ola enorme de comportamiento que pocos padres quieren. A
menudo se produce un cambio de personalidad que hace llorar a los padres. Los
jóvenes están expuestos a un clima de violencia, cinismo, inmoralidad sexual
con sus concomitantes enfermedades venéreas y preñeces indeseables, desilusión
y el recurrir a las drogas. ¿Es ésa la clase de ambiente que usted quiere para
sus hijos?
¡Despertad!
8 de
septiembre de 1981, páginas 6 y 7.
Muchos jóvenes, atrapados en esta violenta e inútil competición
intelectual, recurren a los sedantes, píldoras estimulantes y otras drogas. Una
reciente encuesta en la Universidad de Toronto reveló que el 37 por ciento
de los hombres y el 36 por ciento de las mujeres usaban drogas como ayuda
para satisfacer las demandas de sus horarios. Algunos se suicidan. El
30 por ciento de los hombres y 17 por ciento de las mujeres de la
universidad dijeron que habían pensado en suicidarse. En la Universidad de Yale
el suicidio ocupa el segundo lugar como causa de muertes estudiantiles,
superado solo por los accidentes. En Ljubljana, Yugoslavia, la policía
descubrió lo que creía que era un club de suicidas entre los jóvenes. Estos
jóvenes echan suertes para decidir quién es el siguiente que se ha de quitar la
vida. Esta es la triste condición opresiva a que finalmente ha llegado este
mundo. La Atalaya 15 de marzo de 1971, página
177.
A unos 25.000 estudiantes que asisten a 217 universidades de los
Estados Unidos se les enviaron cuestionarios. Las respuestas que éstos dieron
indicaron los efectos que la educación superior ha tenido en su modo de pensar.
La universidad cambió su comportamiento y su concepto de sí mismos. Los cambios
más obvios fueron los relacionados con el aumento en el beber, fumar, la
irregularidad en los hábitos de dormir, la actividad política y una mengua muy
notable en su confianza de la religión .¡Despertad!
8 de
noviembre de 1973, página 30.
“Parece haber bastante razón para creer que mientras más feliz sea una
persona más tiempo vive,” declaró la publicación The Wall Street Journal. Esta publicación comentó sobre una
investigación que se hizo de graduados universitarios cuyo patrón de vida
estuvo bajo observación por 32 años. Se descubrió que la ansiedad crónica, la
depresión y los desajustes emocionales aumentaron el riesgo de envejecimiento
prematuro, incapacidad física y muerte por enfermedad física. Por otro lado, se
descubrió que la buena salud mental retrasaba el envejecimiento, la incapacidad
y el índice de muertes. En el grupo de los 59 hombres “mejor” ajustados; 57 de
ellos todavía tenían salud excelente a los 53 años de edad. Sin embargo, en el
grupo de los 48 hombres “peor” ajustados, solo 30 de ellos tenían todavía buena
salud, mientras que los demás habían muerto o sufrían de enfermedades crónicas.
La Atalaya 15 de agosto de 1981, página
11.
Para emprender el servicio de Betel los diversos miembros de esta familia
grande dejaron atrás muchas ofertas que el mundo consideraría como tentadoras,
para concentrar sus esfuerzos y talentos en intereses espirituales. Por
ejemplo, considere a un joven que se especializaba en la ciencia cuando estaba
en la escuela secundaria. Se le ofreció ayuda por valor de 10.000 dólares
para que emprendiera el estudio de bioquímica en la universidad. Tuvo que
decidir qué hacer. Dijo: “Comprendí que no podía haber terreno neutral. O
me dedicaba enteramente a la ciencia o a servir a Jehová Dios de toda alma.” […]Una
joven talentosa que tiene una excelente voz para cantar también sirve en Betel.
Su padre le ofreció una educación universitaria o pagar lo que se necesitara
para que ella tuviera éxito en la música. También, le dijo que si entraba en la
predicación de tiempo cabal no habría de esperar un solo centavo de él. Su
maestro de canto le dijo que debería usar su “talento o don dado por Dios” de
la música. Sin embargo, esta Testigo optó por predicar de tiempo cabal y llenó
su solicitud para el servicio de Betel.[…] A otro joven se le ofreció la oportunidad de ir a la universidad. Su padre
le ofreció pagar su instrucción durante seis años y comprarle todos los libros
de texto que necesitara durante ese tiempo. El joven podía estudiar cualquier
carrera que deseara, y su padre le prometió que ni siquiera necesitaría
trabajar parte de su tiempo para sufragar los gastos. Cuando su padre le hizo
esta oferta, el joven estaba pasando sus vacaciones en la predicación de tiempo
cabal como testigo de Jehová. Después de una semana de deliberar, decidió que,
en vez de ir a la universidad, trabajaría con la mira de llegar a ser un
predicador regular de tiempo cabal, con la meta de ir a Betel con el tiempo. ¡Despertad! 22 de febrero de 1970, páginas 16 y 17.
El que los jóvenes se alojen con sus amigas y sus compañeras de cuarto “es
probablemente el mayor problema que tenemos que resolver,” dijo un consejero de
la Universidad Brandeis. Cuando esto ocasiona disputas entre las compañeras de
cuarto, “la moralidad ha llegado a tal grado que la que sale ganando es la
compañera de cuarto que desea que su amigo se quede con ella,” se queja una
anterior estudiante. En la piscina de un dormitorio de Harvard, los que desean
usar trajes de baño tienen que bañarse durante horas programadas para evitar a
los coeducativos bañistas desnudos. ¡Despertad!
8 de
noviembre de 1974, página 31.
Un sargento detective de la Universidad de California comentó que los
ladrones universitarios “se lo roban todo, aun si está sujetado con clavos. Se
llevan tablillas de anuncios de las paredes. Se llevan equipo de oficina que
está encadenado o asegurado con cerrojos.” Se roban monederos, relojes,
cámaras, tocadiscos estereofónicos, máquinas de escribir, máquinas de sumar y
bicicletas. Una clase de artículos que los ladrones por lo general pasan por
alto son los libros de texto. Además, los patios universitarios se están
convirtiendo rápidamente en zonas de violentos delitos y violaciones. Algunas
universidades proveen servicio de escolta para las jovencitas al ir de sus dormitorios
a la biblioteca. ¡Despertad! 8 de mayo de 1973, página
29.
Las escuelas de segunda enseñanza y las universidades son terreno natural
para el desarrollo de la homosexualidad. La publicación The Little Blue Book (El librito azul), que se pasa a los
alumnos de Oxford, Inglaterra, dice lo siguiente: “Muchos homosexuales ‘salen’
(es decir empiezan a ser francos acerca de ser homosexuales) cuando están en el
colegio o la universidad. Al irse del hogar, quizás por primera vez, a menudo
escapan de cierta presión y de ciertas expectativas. Además, los estudiantes
tienden a ser más tolerantes y liberales para con los homosexuales, por lo
menos superficialmente.” ¡Despertad! 8 de noviembre de 1980,
página 20.
Debido a que la relajación moral es tan general en los terrenos de las
universidades hoy día, muchas universitarias sienten culpa y vergüenza por ser
vírgenes. Muchas consejeras de los colegios informan que las jóvenes de 20
a 24 años de edad vienen a ellas quejándose acerca de la pérdida de apetito,
fatiga, insomnio e irritabilidad. Después de hacerles preguntas a las
muchachas, una consejera dijo de la paciente típica: “Se siente más o menos
anormal o hasta defectuosa... no solo porque no está usando alguna
clase de contraceptivo, sino también porque no está sexualmente activa con
uno o más de sus amigos varones como las otras jóvenes de su asociación
estudiantil le informan que están.”¡Despertad!
8 de
abril de 1979, página 30.
A algunos adultos les parece que si los estudiantes no han aprendido a
distinguir entre lo bueno y lo malo antes de ir al colegio universitario,
entonces es demasiado tarde una vez que llegan allí. Pero aunque hayan
aprendido lo que es bueno, aplica el sólido principio bíblico de que “las malas
asociaciones echan a perder los hábitos útiles.” (1 Cor. 15:33) Bajo la
presión de las circunstancias, el estar alrededor de otros jóvenes de ambos
sexos que no ven nada malo en la conducta sexual relajada, puede corromper
las normas morales elevadas que previamente hayan tenido ciertos jóvenes.
Por supuesto, a algunos oficiales escolares, padres y estudiantes
no les importa la moralidad sexual elevada. Pero si usted es padre o madre
y tiene un hijo o una hija que está en la escuela secundaria, y piensa enviar a
él o a ella a la universidad, ¿le importa? Si le importa, tiene que considerar
este hecho escueto: sin duda, el colegio de enseñanza universitaria tiende a
corromper la moralidad sexual. Pregunte a los que han estado allí. Si son
veraces, rara vez hallará a alguno que diga que su moralidad ha sido mejorada.
[…]Es verdad que actitudes similares para con la violencia, las relaciones
sexuales y las drogas existen en ciudades y naciones en general. Pero en el
colegio universitario están más concentradas y se presentan en una edad en que
los jóvenes tienden a experimentar y están lejos de la restricción doméstica.
¿El resultado? Una ola enorme de comportamiento que pocos padres quieren. A
menudo se produce un cambio de personalidad que hace llorar a los padres. Los
jóvenes están expuestos a un clima de violencia, cinismo, inmoralidad sexual
con sus concomitantes enfermedades venéreas y preñeces indeseables, desilusión
y el recurrir a las drogas. ¿Es ésa la clase de ambiente que usted quiere para
sus hijos?
Sin embargo, ¿qué más podría esperar? Impera una filosofía atea en casi
todos los colegios. Están dominados por el pensamiento evolucionista, que hace
a la gente más sensual en su punto de vista. Hay poca o ninguna fuerza
restringente o guía para sus vidas. Esto resulta en abandono de los elevados
principios de la Biblia que han demostrado ser de gran beneficio en la vida de
las personas que temen a Dios, como pueden atestiguar los testigos de Jehová,
que creen y practican esas normas. ¡Despertad!
8 de
septiembre de 1971, páginas 6 y7.
Pero, ¿hasta qué punto deben ir respecto a la educación seglar?
Difícilmente sería consistente el que cualquiera de estos jóvenes, de su libre
albedrío, siguiera extensos estudios seglares más allá de lo que requiere la
ley y lo que requieren sus padres. Según Primera a Timoteo 6:20 sería
imprudente el que uno llenara su mente de filosofías de hombres imperfectos:
“Oh Timoteo, guarda lo que ha sido depositado a tu cuidado, apartándote de las
vanas palabrerías que violan lo que es santo y de las contradicciones del falsamente
llamado ‘conocimiento.’” Por esta razón años de educación en colegios de
enseñanza superior pueden presentar lazos. Uno pudiera experimentar “un lavado
de cerebros” por las filosofías humanas de modo que se destruyera la fe en Dios
y la Biblia. (Col. 2:8) Muchos cursos de colegios de enseñanza superior y de
universidad tienen como base teorías falsas, como la de la evolución, que
sostienen al viejo sistema de cosas, el cual pronto pasará para siempre.
(1 Juan 2:17) Una cantidad considerable de profesores no tienen fe en
Dios ni en la Biblia y activamente enseñan sus creencias ateas. Además,
hay la influencia corruptora que muchas veces tiene en la moralidad el ambiente
de los colegios de enseñanza superior, incluso el peligro de la afición a las drogas.
La Atalaya 1 de marzo de 1976, página
159
“También puse ante ellos la meta del servicio de precursor [predicación de
tiempo completo], y tres de ellos emprendieron el servicio de precursor tan
pronto terminaron la escuela. Cuando Miguel asistía a la escuela, él expresó el
deseo de llegar a ser farmacéutico como yo. Le dije que él pensaba emprender
una buena profesión, pero que el asistir a la universidad lo expondría al
riesgo de envolverse en este sistema mundano. Pues, yo había observado que muchos
graduados de universidad habían desarrollado cualidades indeseables. Algunos de
ellos se habían hecho orgullosos y habían perdido el aprecio a Dios y al
servicio de él.
“Parece que Miguel reflexionó seriamente sobre estas cosas porque, unos
años después, no aceptó ciertas oportunidades que le ofrecieron para asistir a
la universidad y, más bien, emprendió el servicio de precursor. El y su esposa,
Eunice, que también comenzó a servir de precursora cuando salió de la escuela,
sirven actualmente en Betel [sucursal de la Sociedad Watchtower] de Lagos.”
[…]¿Sería sabio que los padres cristianos hicieran tales sacrificios para
mandar a sus hijos a la universidad? Tal vez usted pueda permitirse contraer el
gasto desde el punto de vista financiero. ¿Hay otro costo que tiene que tomarse
en consideración? En muchos casos, sí. Por ejemplo, los padres de cierto joven
permitieron que éste viajara a Europa para que asistiera a la universidad.
¿Resultó eso en que su familia tuviera seguridad financiera o una posición social
más elevada? No. Bajo la instigación de sus nuevos “amigos” de la universidad,
él tomó drogas y murió de una dosis excesiva. Otro joven africano fue a una
universidad de los Estados Unidos. Le hicieron regresar a casa porque se
sospechaba que había sufrido daño cerebral debido a las drogas y el alcohol.
¡Qué precio pagaron los padres de estos jóvenes!
Otros padres cristianos también han pagado un precio muy alto. Cierto joven
se matriculó en una universidad de su propio país, pero ésta quedaba lejos de
su hogar. El dejó de asociarse con sus compañeros cristianos y dejó de servir a
Jehová. Olvidó todo lo que había aprendido “desde la infancia,” y ahora hasta
pone en tela de juicio las enseñanzas de la Biblia.
Es triste decirlo, pero este joven no es el único. Hay otros que fueron
criados en el servicio de Dios y que ahora son evolucionistas, ateos y críticos
de la verdad bíblica. ¿Se debe esto a que la Biblia esté errada y que la
filosofía moderna tenga la razón? De ninguna manera. Se debe a que en el colegio,
mientras estuvieron separados de otros cristianos, se les atacó constantemente
con ideas impías. Por consiguiente, su fe se debilitó y finalmente murió. Lo
triste es que en muchos casos los padres fueron quienes los metieron en tal
situación.
“Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles,” dijo el apóstol
Pablo. (1 Corintios 15:33) Algunas de las peores asociaciones que el
cristiano pudiera tener —desde el punto de vista espiritual y moral— han sido
halladas en recintos universitarios. Los casos que se relatan arriba muestran
lo que puede suceder cuando jóvenes sin experiencia, que están lejos de su
familia, se encuentran de repente en un ambiente lleno de inmoralidad, abuso de
drogas y alcohol, perversión e ideas políticas de rebelión. ¿Vale la pena pagar
tal precio para tener mayor prestigio como familia o para tal vez tener un
trabajo que pague más? La Atalaya 15 de noviembre de 1982,
páginas 11, 13 y 14.
2 Algunos jóvenes, inquietos al observar la situación económica mundial y
los pronósticos para el futuro, se preguntan: ¿Debería continuar con mi
educación seglar, o emprender de inmediato el servicio de tiempo completo? A
fin de acertar en la decisión, es necesario analizar la motivación personal y
responder a la siguiente pregunta con franqueza: “¿Cuál es el propósito
principal en mi vida?”.
3 ¿Cuál ha sido tu preocupación primordial durante tu mocedad? ¿Estás
interesado principalmente en adquirir solvencia económica, o en dedicar tu vida
en favor de los intereses del Reino? Un título universitario ya
no garantiza el éxito en el mercado laboral. Como alternativa, algunos han
aprendido oficios que puedan tener salida al inscribirse en programas de
aprendizaje, asistir a escuelas politécnicas o de formación profesional, o bien
seguir cursillos académicos que exigen una menor inversión de tiempo y
dedicación.
4 Confía en la promesa de Jehová. No podemos pasar por alto el
hecho fundamental de que Jehová proveerá lo necesario a todos aquellos que
ponen en primer lugar los intereses del Reino en su vida (Mat. 6:33). Y esta
no es una promesa vacía. Muchos hermanos que han asistido a la Escuela de
Entrenamiento Ministerial se graduaron en la universidad antes de conocer la
verdad. Ahora bien, ¿cómo se ganaban la vida? Muy pocos ejercían la carrera que
habían estudiado; la mayoría estaban empleados en el sector de servicios,
cubriendo sus necesidades económicas adecuadamente mientras servían de
precursores. Acrecentar su actividad en el ministerio ha redundado en
beneficios de mucho más valor que el monetario. Nuestro Ministerio del Reino, abril de 1999, página 8.
11 Además, hay que tener en cuenta el ambiente. Las universidades son bien
conocidas por ser escenario de conductas perjudiciales: consumo de drogas,
abuso del alcohol, inmoralidad, falta de honradez en los exámenes, humillantes
pruebas de iniciación, y la lista sigue y sigue. Tomemos, por ejemplo, el abuso
del alcohol. En un informe sobre la práctica de beber sin parar con el
único fin de emborracharse, la revista New
Scientist comenta: “Alrededor del 44% de [los estudiantes
universitarios de Estados Unidos] lo hace por lo menos una vez en un período
normal de dos semanas”. Y lo mismo ocurre con los jóvenes de Australia,
Gran Bretaña, Rusia y otros lugares. En lo que se refiere a la inmoralidad
sexual, el tema de conversación de los estudiantes es lo que podríamos
denominar “engancharse con alguien”. Esta costumbre, según un reportaje de la
revista Newsweek, “consiste en
fugaces encuentros sexuales —que incluyen desde besarse hasta tener relaciones—
entre recién conocidos que ni siquiera tienen la intención de volver a
hablarse después”. Las encuestas indican que del 60 al 80% de los
estudiantes participan en esta clase de actividades. Cierta investigadora
afirma: “Si eres un universitario normal, lo haces” (1 Corintios 5:11;
6:9, 10).
12 A este ambiente malsano se añade la presión de los exámenes y las tareas
de investigación, que, naturalmente, exigen horas de estudio de parte de los
alumnos. Además, puede que algunos deban tener al menos un trabajo de tiempo
parcial. Todo esto les quita mucho tiempo y energías. ¿Qué queda, entonces,
para las actividades espirituales? Cuando las presiones se acumulen, ¿qué
abandonarán primero? ¿Seguirán dando prioridad a los intereses del Reino, o los
pondrán a un lado? (Mateo 6:33.) La Biblia insta a los cristianos: “Vigilen
cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como
sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son
inicuos” (Efesios 5:15, 16). Es lamentable que algunos jóvenes hayan
perdido su fe por sucumbir a las exigencias de tiempo y energías que les ha
impuesto la universidad o por caer en prácticas contrarias a las Escrituras.
13 Claro está que la inmoralidad, la mala conducta y las presiones
no están limitadas a las universidades, ni mucho menos. Sin embargo,
numerosos jóvenes del mundo consideran que tales cosas son parte de la
educación, y no ven nada malo en ello. ¿Deberían los padres cristianos
exponer a sabiendas a sus hijos a esta clase de ambiente durante cuatro o más
años? (Proverbios 22:3; 2 Timoteo 2:22.) Sean cuales sean las ventajas que
los jóvenes puedan recibir, ¿vale la pena correr el riesgo? Y lo más
importante: ¿qué están aprendiendo los jóvenes en cuanto a las cosas que deben
ocupar el primer lugar en su vida? (Filipenses 1:10; 1 Tesalonicenses
5:21.) Los padres han de pensar seriamente y con oración en estas preguntas,
así como en el peligro que conlleva enviar a sus hijos a otra ciudad o país
para que continúen sus estudios. […]19 La Biblia hace este
llamamiento: “Ustedes los jóvenes y también ustedes las vírgenes, viejos junto
con muchachos. Alaben ellos el nombre de Jehová, porque solo su nombre es
inalcanzablemente alto. Su dignidad está por encima de tierra y cielo”
(Salmo 148:12, 13). En comparación con los puestos y recompensas que
el mundo ofrece, la carrera del servicio de tiempo completo a Jehová es sin
duda el camino más seguro a una vida feliz y satisfactoria. Nunca olvidemos la
garantía que nos da la Biblia: “La bendición de Jehová... eso es lo que
enriquece, y él no añade dolor con ella” (Proverbios 10:22). La
Atalaya, 1 de octubre de 2005, páginas 28-31.
¿Deberías ir a la
universidad?
La Biblia deja claro que el cristiano tiene la
obligación de mantener y cuidar a su familia (1 Tim. 5:8). Ahora bien, ¿es
imprescindible que curses estudios universitarios para cumplir con ese deber?
Algo que deberías examinar es el efecto que pudiera
tener la universidad en tu relación con Jehová. Y hay un ejemplo bíblico
que puede ayudarte a hacer este análisis.
Baruc tenía una honrosa comisión en el servicio de
Jehová: ser el secretario del profeta Jeremías. Sin embargo, en cierto momento
dejó de valorarla como debía y se volvió ambicioso. Jehová observó su actitud,
y por ello le advirtió a través de Jeremías: “Tú sigues buscando cosas grandes
para ti. No sigas buscando” (Jer. 45:5).
¿Qué “cosas grandes” andaba buscando? Tal vez quería
gozar de prestigio en el mundo judío. O quizás deseaba una mejor posición
económica. Sea como fuere, se le había olvidado cuáles son los valores más
importantes en la vida: las cosas espirituales (Fili. 1:10). No obstante,
hizo caso de la advertencia divina y, como recompensa, sobrevivió a la
destrucción de Jerusalén (Jer. 43:6).
¿Qué lección extraemos del consejo que Jehová le dio?
Recordemos que el error de Baruc fue buscar para sí mismo cosas grandes. Por
eso, sería bueno que te preguntaras: “Si tengo la preparación necesaria para
mantenerme, ¿de verdad me hace falta invertir tiempo, dinero y esfuerzo en la educación
superior? ¿Estaría justificado que lo hiciera tan solo por lograr mis
aspiraciones o las de mis padres u otros parientes?”.
Fijémonos en el caso de Aleksander, quien es
programador informático. Sus colegas lo convencieron para que hiciera un curso
intensivo de especialización. Cuando quiso darse cuenta, ya no tenía
tiempo para las actividades cristianas. “Vivía en una agitación permanente
—explica—, y la conciencia me molestaba porque no lograba alcanzar mis
metas espirituales.” La Atalaya, 15 de junio de 2011,
páginas 29 y 30.
Nuestra devoción a Jehová se profundiza al ir creciendo el aprecio que le
tenemos. Un muchacho japonés de 14 años de edad se dedicó a Jehová y simbolizó
su dedicación por bautismo en agua. Más tarde, quiso cursar estudios superiores
y ser científico. Nunca pensó en el ministerio de tiempo completo, pero como
siervo dedicado de Jehová, no quería dejar ni a Jehová ni a su
organización visible. Fue a la universidad para cursar sus estudios. Allí vio
que se obligaba a los graduados universitarios a dedicar toda la vida a sus
empleos o a sus estudios. Se preguntó: ‘¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Puedo yo
hacer lo mismo y dedicarme al trabajo seglar? ¿No estoy dedicado ya a Jehová?’.
Su aprecio se profundizó y se hizo precursor regular. Comprendió mejor lo que
significaba su dedicación y resolvió en su corazón mudarse a un lugar de
necesidad. Asistió a la Escuela de Entrenamiento Ministerial y recibió una
asignación para servir de misionero en el extranjero. La
Atalaya, 1 de marzo de 1995, página 18.
15 Muchos hermanos en la actualidad manifiestan una actitud parecida. Tal fue
el caso de una joven cristiana de Liberia a quien se le ofreció la oportunidad
de ir a la universidad, lo cual se considera en ese país una manera de
asegurarse el futuro. Pero ella era precursora (evangelizadora de tiempo
completo), y la habían invitado a servir de precursora especial temporera.
Decidió buscar primero el Reino y continuar en el servicio de tiempo completo. La Atalaya, 1 de enero de 2006, página
23.
“Era muy buena alumna, y por eso conseguí una beca que cubría todos los gastos para ir a un prestigioso colegio privado de la ciudad de Nueva York. Más tarde, los consejeros escolares insistieron en que solicitara el ingreso en varias universidades estadounidenses de renombre. Algunas me aceptaron, y una de ellas incluso me concedió una beca. Sin embargo, rechacé la oferta por dos razones: veía que si me iba a vivir lejos de casa en un campus me expondría a muchos peligros de tipo moral y, además, tenía muchas ganas de ser precursora.
”Llevo ya más de veinte años sirviendo como precursora regular. Estoy muy ocupada en diversas facetas del ministerio: servir donde hay más necesidad, ayudar en la construcción de Salones del Reino y trabajar en las labores de socorro cuando ocurren catástrofes. Ahora tengo el gusto de colaborar con un grupo de lengua extranjera de la ciudad de Nueva York.
”Al reflexionar sobre mi trayectoria en el servicio de tiempo completo, comprendo que ha sido una bendición que decidiera emprenderlo. Esa decisión ha llenado mi vida de satisfacciones. No cambiaría por nada del mundo todas las vivencias y amistades que he tenido.” (Zenaida.) “Manténganse en el amor de Dios” (2008) página 180.
DESDE temprana edad, Robert se destacó en los estudios. Cuando tenía apenas ocho años, una de sus maestras fue a su casa y le dijo que él podría lograr todo lo que quisiera en la vida, y que a ella le encantaría verlo convertido en médico. Ya de adolescente, tenía tan buenas notas que hubiera podido acceder a las mejores universidades de su país. Sin embargo, Robert decidió rechazar lo que muchos consideraban una oportunidad única a fin de alcanzar su meta de ser precursor regular. [...]14 Al igual que Pablo, los cristianos de la actualidad hacemos sacrificios por causa de las buenas nuevas (Mar. 10:29, 30). ¿Nos faltará lo necesario por ello? Veamos las siguientes palabras de Robert, a quien mencionamos al principio, pues reflejan bien el sentir de muchos hermanos: “No me arrepiento de nada. El ministerio de tiempo completo me da muchas alegrías y satisfacciones. Me ha permitido ‘gustar y ver que Jehová es bueno’. Siempre que he sacrificado algo para alcanzar una meta espiritual, Jehová me ha bendecido dándome más de lo que estuve dispuesto a dejar. Al final, es como si no hubiera sacrificado nada, pues siempre salgo ganando” La Atalaya, 15 de septiembre de 2009, páginas 24 y 25.
A PRINCIPIOS de 1993, ambos eran estudiantes universitarios en Tirana. Un amigo les habló durante horas de lo que le estaban enseñando los testigos de Jehová. Los dos vieron que todo lo que les decía contaba con el respaldo de las Escrituras. Luego aprendieron más, pusieron en práctica las enseñanzas bíblicas y se bautizaron ese mismo año. Aquel verano fueron a predicar a Kuçovë, donde no había publicadores.
Tras volver a Tirana, Adrian le dijo a Altin: “¿Qué hacemos yendo a la universidad? ¡Vamos a apoyar la predicación en Kuçovë!”.
La respuesta de Altin fue: “¡De acuerdo, vamos!”. Así que siete meses después de su bautismo regresaron a Kuçovë.
Jehová bendijo muchísimo sus esfuerzos.
Anuario de los Testigos de Jehová para 2010, página 183.
12 Un hermano que actualmente sirve en la sede mundial tenía 15 años cuando le ofrecieron una beca para que estudiara en la universidad. Ante el asombro de sus maestros, la rechazó y prefirió seguir la carrera de precursor. Pero sus ansias de aprender no se apagaron. Al llegar como misionero a una isla remota, tuvo que aprender el idioma, que hablaban poco más de diez mil personas. En vista de que no existía un diccionario, se dio a la tarea de confeccionar un glosario. Con el tiempo llegó a dominar el idioma y se le pidió que tradujera algunas de nuestras publicaciones cristianas. Posteriormente, el glosario que había compilado sirvió de base para elaborar el primer diccionario en aquella lengua. Esto fue lo que dijo ante un gran auditorio en una asamblea de distrito: “Si hubiera aceptado ir a la universidad, los logros académicos que hubiera cosechado habrían sido para mi propia gloria. Pero como ven, no tengo ningún título, así que no puedo atribuirme el mérito por lo que he hecho. Toda la alabanza va a Jehová” (Pro. 25:27). Joven, ¿qué opinas de la decisión que este hermano tomó a los 15 años? A lo largo de su vida, él ha gozado de múltiples privilegios en el pueblo de Dios. ¿Cómo quieres utilizar tú los talentos que posees? En vez de perseguir la gloria personal, ¿estás resuelto a utilizarlos para alabar a Jehová? Dios nos habla mediante Jeremías (2010), páginas 108 y 109.
13 Veamos cómo la amistad con Jehová dio fuerzas a una joven llamada Cherie. Ella obtuvo muchos premios escolares por su desempeño académico y deportivo, de modo que le ofrecieron una beca universitaria. “Fue una gran tentación —recuerda Cherie—. Los entrenadores y mis compañeros insistían en que aceptara.” Sin embargo, se dio cuenta de que tendría que dedicar casi todo su tiempo a estudiar y a prepararse para las competiciones, y que apenas le quedaría tiempo para Dios. ¿Qué decisión tomó? “Después de orar a Jehová —explica—, rechacé la beca y me hice precursora regular.” Tras cinco años de servicio, puede decir lo siguiente: “No me arrepiento. Sé que mi decisión alegró a Jehová, y eso me hace feliz. Es cierto, si le das prioridad al Reino, las demás cosas te serán añadidas” (Mat. 6:33). La Atalaya, 15 de abril de 2010, páginas 5 y 6.
Hace unos cuantos años un joven cristiano de una gran ciudad del Lejano Oriente tuvo la oportunidad de ir al extranjero para ampliar sus estudios. Aunque ya tenía una buena educación seglar y un empleo bien pagado, pensaba que no era suficiente; quería mejorar su situación en la vida. Sus compañeros cristianos trataron de razonar con él usando los principios bíblicos que acabamos de considerar, pero fue inflexible y siguió adelante con sus planes. Aunque al principio intentó adherirse a su fe, con el tiempo perdió su aprecio por la verdad bíblica y empezó a tener dudas. En aproximadamente un año perdió completamente su fe y se hizo agnóstico. Por supuesto, el conseguir un título superior con una mayor educación seglar le reportó una medida de satisfacción. Pero ¡qué precio más elevado pagó por la gloria temporal: el naufragio de su fe y el riesgo de perder la vida eterna! (1 Timoteo 1:19.) La Atalaya, 15 de agosto de 1992, páginas 28 y 29.
Una educación universitaria
Quedé muy decepcionado al ver la carta que publicaron en la sección “De nuestros lectores” sobre la educación universitaria (22 de agosto de 1987). Incluso ustedes mismos deben reconocer que el artículo titulado “Una educación universitaria, ¿qué preparación provee?” (8 de enero de 1987) fue injusto y parcial, y que finalmente la decisión de asistir o no a la universidad debe hacerse sobre una base individual, personal y responsable. Estoy seguro de que recibieron cartas en las que se manifestaba disconformidad con el artículo. Conozco a varias personas que lo leyeron y que pensaron que era de miras estrechas e injusto; pero ustedes nunca publicaron ni una sola palabra respecto a opiniones discrepantes. Ahora, seis meses más tarde, se recibe una carta de miras igualmente estrechas que concuerda con el artículo, y se publica.
T. B., U.S.C., Estados Unidos
La verdad es que hasta que nos llegó su carta no habíamos recibido ninguna con opiniones discrepantes sobre el tema de la educación universitaria. Estamos de acuerdo con usted en que dicha educación es un asunto personal e individual. Sin embargo, consideramos que el tema que ocupó media página, basado en los comentarios de un respetado columnista, presentaba algunas ideas muy perspicaces y sensatas. Por valioso que pueda ser algún conocimiento adquirido en la universidad, no puede igualarse a la sabiduría que se obtiene por medio de la experiencia. El artículo ponía en duda el valor práctico de algunas de las cosas que se aprenden en la universidad, y presentaba un punto de vista realista en cuanto a las posibilidades de que los estudiantes universitarios puedan materializar sus esperanzas para el futuro. Además, el artículo advertía contra ir en pos de metas materialistas. Por supuesto, el columnista que se citó no abarcó todos los aspectos del tema, pero creemos que con pocas palabras comunicó algunas ideas muy válidas que son dignas de seria consideración.—La dirección. ¡Despertad!, 8 de noviembre de 1987, página 28.
9 Entre las influencias que moldean tu vida suelen estar, no solo personas a quienes estimas, sino también parientes y amigos que quizás digan que ‘te desean lo mejor’. ‘Tienes que ganarte la vida’, puede que te digan. Por eso, tal vez te aconsejen que adquieras una educación universitaria que te prepare para una profesión bien pagada. Puede que te digan que ‘Lucas, uno de los escritores de la Biblia, era médico, y el apóstol Pablo fue instruido por Gamaliel, un maestro de la Ley’. (Colosenses 4:14; Hechos 5:34; 22:3.) Sin embargo, examina cuidadosamente ese consejo.
10 El médico Lucas nunca estimuló a los cristianos a seguir el ejemplo de su carrera anterior y hacerse médicos; más bien, Lucas presentó para imitación la vida de Jesús y Sus apóstoles. Evidentemente Lucas había llegado a ser médico antes de adquirir conocimiento acerca de Cristo, pero después puso en primer lugar en la vida el ministerio cristiano. Algo similar sucedió en el caso de Pablo. En vez de estimular a otros a imitarlo a él como él había imitado a Gamaliel, Pablo escribió: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo”. Pablo estimó tanto el conocimiento de Cristo que dijo que, en comparación con esto, consideraba “como un montón de basura” las cosas que antes buscaba. (1 Corintios 11:1; Filipenses 3:8.)
11 Recuerda: Llevadas por los sentimientos, hasta personas que te aman pudieran darte mal consejo. Por ejemplo, cuando Jesús mencionó lo que le esperaba durante su ministerio en Jerusalén, el apóstol Pedro respondió: “Sé bondadoso contigo mismo, Señor; tú absolutamente no tendrás este destino”. Pedro amaba a Jesús y no quería que sufriera. Pero Jesús reprendió a Pedro, porque comprendía que para cumplir la voluntad de Dios tenía que sufrir y morir por obra de los opositores. (Mateo 16:21-23.)
12 Así, puede que tus padres o amigos te aconsejen contra un proceder de abnegación. Por sentimientos mal guiados, quizás vacilen en cuanto a animarte a aceptar una asignación en el ministerio de precursor de tiempo completo, o para servir como misionero, o efectuar trabajo de voluntario en una sucursal de los testigos de Jehová. Puede que digan: ‘¿No sería mejor que te casaras y vivieras cerca de nosotros?’, o: ‘Mira, en Betel el trabajo es fuerte. Quizás sería mejor que te quedaras aquí con nosotros’. En otras palabras, como Pedro lo expresó: “Sé bondadoso contigo mismo”. La Atalaya, 15 de agosto de 1987, páginas 9-12.
Educación universitaria
Discrepé de lo expuesto en su artículo “Una educación universitaria, ¿qué preparación provee?” (8 de enero de 1987) y también de la carta que apareció en el número del 22 de agosto de 1987. Conozco personalmente a jóvenes que han asistido a la universidad y que tienen un empleo que les satisface, además de un matrimonio cristiano firme. La vida no consiste solo en aprender cosas prácticas. Cuando caminamos por el bosque, miramos las estrellas, aprendemos a jugar al tenis o leemos un libro de arte, no estamos haciendo nada práctico, pero estas cosas pueden enriquecer muchísimo nuestras vidas.
A. J. M., Estados Unidos
Su artículo sobre la educación universitaria me molestó. Concuerdo con el lector que decía que era injusto y parcial, y también estoy de acuerdo con la respuesta que ustedes dieron (8 de noviembre de 1987). La universidad tiene unos aspectos positivos y otros negativos. El que una persona tenga éxito en la universidad o en una organización religiosa depende de a qué grado aplica personalmente lo que ha aprendido.
T. M., Estados Unidos
Estamos de acuerdo en que se pueden derivar muchos beneficios del mayor conocimiento que las instituciones de educación superior ofrecen. Al mismo tiempo, no desestimamos los beneficios que ha recibido la sociedad de hombres como Thomas Edison y Henry Ford, quienes tenían poca o ninguna educación formal. No condenamos la llamada educación superior como tal, e insistimos en lo que dijimos anteriormente, que el ir a la universidad es un asunto que cada uno tiene que decidir por sí mismo. Al mismo tiempo, nos vemos obligados a señalar los peligros del ambiente universitario.
En primer lugar, aunque puede que haya excepciones, la educación universitaria, por lo general, tiende a minar la fe en Dios en favor de las filosofías humanas.
En segundo lugar, la educación universitaria normalmente pone el énfasis en alcanzar una buena posición en el mundo y éxito material, contrario a lo que Jesús y el apóstol Juan aconsejaron. (Mateo 6:19-21, 25-34; 1 Juan 2:15, 16.)
En tercer lugar, el ambiente que suele reinar en las universidades engendra un espíritu de independencia y de permisividad que resulta en inmoralidad sexual y en abuso de las drogas, algo que para muchos jóvenes puede ser difícil de resistir. Animamos a los jóvenes a que continúen adquiriendo conocimiento, especialmente el que se encuentra en la Biblia, porque este lleva a alcanzar vida eterna. (Juan 17:3.) También les animamos a que cultiven las aptitudes necesarias para llevar una vida útil y productiva, una vida que refleje las palabras de Jesús registradas en Mateo 6:33: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios”.
Y en cuarto lugar, no queda mucho tiempo. (Lucas 21:34-36; Efesios 5:15, 16.) La mejor manera de aprovecharlo es sirviendo a nuestro Creador.—La dirección. ¡Despertad!, 22 de enero de 1988, página 28
Educación Su artículo desacredita una carrera universitaria de cuatro años (“Los jóvenes preguntan... ¿Qué carrera debería escoger?”, 8 de mayo de 1989). En él dicen: “Puede que un título universitario mejore tus perspectivas de empleo o puede que no”. Con eso insinúan que existe una gran probabilidad de que un título no ayude a conseguir un empleo. Esto sencillamente no es cierto. En cambio, aprueban los programas universitarios de dos años.
A. N., Estados Unidos
Nuestra intención no era desacreditar la educación universitaria, sino animar a los jóvenes a ponerse como meta una carrera en el servicio a Dios. En el artículo reconocimos que, en general, los graduados de universidad ganan salarios más altos y sufren menos el problema del desempleo que los que solo han cursado estudios secundarios. No obstante, un título universitario no garantiza el éxito económico, un hecho atestiguado por autoridades confiables. Los programas de dos años se citaron solo como una opción para aquellos jóvenes cuyos padres insisten en que asistan a una universidad. La cantidad de educación seglar que se vaya a recibir es una cuestión enteramente personal. Aunque no ignoran la realidad económica, los jóvenes cristianos deberían tener en cuenta el efecto malsano que podría tener en su espiritualidad la exposición al ambiente universitario. (1 Corintios 15:33.) También deben recordar algo que no se menciona en las estadísticas de empleo: la promesa de Dios de proveer para los que ponen Sus intereses en primer lugar en la vida. (Mateo 6:33.)—La dirección. ¡Despertad!, 22 de agosto de 1989, página 30.
Puede que un título universitario mejore tus perspectivas de empleo o puede que no, pero hay un hecho que es indiscutible: ¡“El tiempo que queda está reducido”! (1 Corintios 7:29.) A pesar de todos los supuestos beneficios, ¿sería la mejor manera de usar el tiempo que queda pasar varios años en una universidad? (Efesios 5:16.)
¿Te ayudará una educación universitaria a cumplir con tus metas espirituales, o te desviará de ellas? Recuerda que un salario elevado no es una prioridad para el cristiano. (1 Timoteo 6:7, 8.) Sin embargo, una encuesta llevada a cabo por administradores de universidades estadounidenses describió a los estudiantes de hoy como personas ‘orientadas hacia una carrera, interesadas en éxitos materiales, interesadas en sí mismas’. Un grupo de estudiantes dijo: “Parece que de lo único que hablamos es de dinero”. ¿Cómo podría afectarte el verte inmerso en un ambiente de intensa competencia y materialismo egoísta?
Es posible que en las universidades ya no se vean las escenas de motines de los años sesenta, pero el que hayan disminuido los alborotos universitarios no significa que el ambiente en los campus (recintos universitarios) sea saludable. Un estudio sobre la vida en dichos recintos concluyó con las siguientes palabras: “Los estudiantes todavía tienen libertad casi ilimitada en cuestiones personales y sociales”. Las drogas y el alcohol se consumen libremente, y la promiscuidad es la regla, no la excepción. Si esto es cierto de las universidades de tu país, ¿podría obstaculizar tus esfuerzos por mantenerte moralmente limpio el que fueras a vivir a un recinto universitario? (1 Corintios 6:18.)
Otro motivo de preocupación, el cual está bien documentado, es la relación que guarda el cursar estudios superiores con una menor “adherencia a los principios religiosos básicos”. (The Sacred in a Secular Age [Lo sagrado en una época de secularización].) La presión por conseguir unas buenas calificaciones ha hecho que algunos cristianos jóvenes descuiden las actividades espirituales, y de ese modo se han hecho vulnerables al pensamiento mundano promovido por las universidades. Algunos han visto naufragar su fe. (Colosenses 2:8.) ¡Despertad!, 8 de mayo de 1989, páginas 13 y 14.
11 Además, hay que tener en cuenta el ambiente. Las universidades son bien conocidas por ser escenario de conductas perjudiciales: consumo de drogas, abuso del alcohol, inmoralidad, falta de honradez en los exámenes, humillantes pruebas de iniciación, y la lista sigue y sigue. Tomemos, por ejemplo, el abuso del alcohol. En un informe sobre la práctica de beber sin parar con el único fin de emborracharse, la revista New Scientist comenta: “Alrededor del 44% de [los estudiantes universitarios de Estados Unidos] lo hace por lo menos una vez en un período normal de dos semanas”. Y lo mismo ocurre con los jóvenes de Australia, Gran Bretaña, Rusia y otros lugares. En lo que se refiere a la inmoralidad sexual, el tema de conversación de los estudiantes es lo que podríamos denominar “engancharse con alguien”. Esta costumbre, según un reportaje de la revista Newsweek, “consiste en fugaces encuentros sexuales —que incluyen desde besarse hasta tener relaciones— entre recién conocidos que ni siquiera tienen la intención de volver a hablarse después”. Las encuestas indican que del 60 al 80% de los estudiantes participan en esta clase de actividades. Cierta investigadora afirma: “Si eres un universitario normal, lo haces” (1 Corintios 5:11; 6:9, 10).
12 A este ambiente malsano se añade la presión de los exámenes y las tareas de investigación, que, naturalmente, exigen horas de estudio de parte de los alumnos. Además, puede que algunos deban tener al menos un trabajo de tiempo parcial. Todo esto les quita mucho tiempo y energías. ¿Qué queda, entonces, para las actividades espirituales? Cuando las presiones se acumulen, ¿qué abandonarán primero? ¿Seguirán dando prioridad a los intereses del Reino, o los pondrán a un lado? (Mateo 6:33.) La Biblia insta a los cristianos: “Vigilen cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos” (Efesios 5:15, 16). Es lamentable que algunos jóvenes hayan perdido su fe por sucumbir a las exigencias de tiempo y energías que les ha impuesto la universidad o por caer en prácticas contrarias a las Escrituras.
13 Claro está que la inmoralidad, la mala conducta y las presiones no están limitadas a las universidades, ni mucho menos. Sin embargo, numerosos jóvenes del mundo consideran que tales cosas son parte de la educación, y no ven nada malo en ello. ¿Deberían los padres cristianos exponer a sabiendas a sus hijos a esta clase de ambiente durante cuatro o más años? (Proverbios 22:3; 2 Timoteo 2:22.) Sean cuales sean las ventajas que los jóvenes puedan recibir, ¿vale la pena correr el riesgo? Y lo más importante: ¿qué están aprendiendo los jóvenes en cuanto a las cosas que deben ocupar el primer lugar en su vida? (Filipenses 1:10; 1 Tesalonicenses 5:21.) Los padres han de pensar seriamente y con oración en estas preguntas, así como en el peligro que conlleva enviar a sus hijos a otra ciudad o país para que continúen sus estudios. La Atalaya, 1 de octubre de 2005, páginas 28-30.
10 ¿Y qué se puede decir de la educación superior que se imparte en las universidades? Mucha gente cree que es imprescindible para alcanzar el éxito. No obstante, un buen número de jóvenes que estudian en la universidad terminan con la mente llena de ideas nocivas. Además, en el caso de los cristianos, se desperdician años valiosos de la juventud que podrían emplearse mejor sirviendo a Jehová (Ecl. 12:1). No parece coincidencia que en los países en los que es común que la gente curse estudios superiores se crea cada vez menos en Dios. Por eso, en vez de buscar seguridad en los sistemas de educación avanzada de este mundo, los cristianos depositamos nuestra confianza en Jehová (Pro. 3:5). La Atalaya, 15 de abril de 2008, página 4.
7 Un cristiano podría creer erróneamente que su corazón nunca lo va a traicionar, como les ocurrió a muchos contemporáneos de Jeremías. Imaginemos que alguien pensara: “No puedo perder el empleo; tengo una familia que mantener”, lo cual es muy comprensible. Pero ¿y si ese razonamiento lo llevara a este otro: “Tengo que ampliar mis conocimientos para conseguir o mantener un buen trabajo”? Como esta reflexión también parece lógica, podría acabar diciendo: “Los tiempos han cambiado, y para sobrevivir necesito un título universitario”. ¿Vemos con qué facilidad pudiera uno comenzar a restarle importancia a las sabias recomendaciones del esclavo fiel y discreto sobre la educación suplementaria y empezar a perderse reuniones? Algunos cristianos se han dejado moldear por la forma de pensar del mundo sobre este asunto (Efe. 2:2, 3). Con razón la Biblia nos exhorta: “No permitáis que el mundo a vuestro alrededor os meta dentro de su molde” (Romanos 12:2, Comentario Bíblico Beacon). 2010 - Dios nos habla mediante Jeremías, páginas 45 y 46.
11 El siervo de Dios que se mantiene alerta tampoco usa el mundo a plenitud en lo referente a los estudios superiores. Mucha gente los considera indispensables para obtener prestigio y prosperidad. Sin embargo, nosotros vivimos como residentes temporales y perseguimos otros objetivos. No tenemos “la mente puesta en cosas encumbradas” (Rom. 12:16; Jer. 45:5). Somos discípulos de Cristo, y por eso hacemos caso de su advertencia: “Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia, porque hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee” (Luc. 12:15). Si eres un cristiano joven, trázate metas espirituales. Te animamos a no buscar más formación de la que precises para cubrir tus necesidades básicas. Lo principal es que te prepares para servir a Jehová “con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente” (Luc. 10:27). De este modo podrás ser “rico para con Dios” (Luc. 12:21; léase Mateo 6:19-21). La Atalaya, 15 de noviembre de 2011, página 19.
Y, concluyo como no podía ser de otra manera: lo documentamos todo, todo y todo. Somos esclavos de nuestras palabras y amos de nuestros silencios. ¿Quién es el padre de la mentira y los diversos chanchullos teocráticos?