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Libro: "Manténganse en el amor de Dios", publicado por la confesión religiosa en el año 2008 |
https://picasaweb.google.com/formerwitness/CENTRODEDOCUMENTACIONPERMANENTESOBRELAEXPULSIONENLOSTESTIGOSDEJEHOVA#
Estimados camaradas víctimas de la violación de vuestros derechos humanos:
Nuestro compañero
Pepe (que ejerce de anciano en La Coruña), ha tenido a bien suministrarnos el alimento teocrático y apropiado al debido tiempo.
Pepe, de momento, piensa permanecer en la clandestinidad hasta que logre rescatar al resto de su familia de las garras del Cuerpo Gobernante. Él no quiere abandonar esta confesión religiosa sin su familia. Nosotros le envidiamos por vivir donde vive y por la valentía que tiene de colaborar con la Honorable Resistencia Apóstata. Y les dice a todos los agentes Watch:
"¡No sin mi familia!". Pepe, eres un hombre admirado y seguro que estás acumulando tesoros en los cielos..., ¡no como el Governing Body Bank, que los acumula aquí en la tierra!
Hoy sí que toca diseccionar otro de los tratados teológicos que forman la base teórica para adoctrinar a los miembros de la confesión religiosa con las oportunas directrices sobre cómo hacer el vacío a todo aquél que ose abandonar la Organización religiosa..., ¡no puede haber haber paz para los
desertores! No importa que sea padre, madre, hijo, abuelos, tíos o amigos, ¡nadie se merecerá un
"¡Hola!" nuestro! ¡Al enemigo ni agua!
Ahora, entrarán en tropel los agentes Watch para hablarnos de las bondades de estas medidas inhumanas que promueve la confesión religiosa. Al final, resulta que las víctimas somos los malos. Las víctimas somos los verdugos. Nos dirán que el calvario que estamos sufriendo es merecido y por nuestra culpa, por no tragar con estas doctrinas despiadadas. Nos calumniarán, diciendo que todos los que nos hemos ido, somos: borrachos, ladrones, pederastas y gente de mal vivir. Afirmarán que esto que denunciamos es una interpretación interesada de unas normas de la Sociedad Watchtower... Pero, los apóstatas, somos requetemalos y colgamos eso que ellos quieren mantener en secreto, ¡
todas las directrices que emanan de la confesión religiosa y que están violando la Declaración Universal de los Derechos Humanos! Aquí, nadie se puede ir sin pagar un precio muy alto. Y, eso, es lo que denunciamos con el único medio que tenemos a nuestro alcance, ¡la palabra!
En el año 2008, la confesión religiosa publicaba el libro:
"Manténganse en el amor de Dios". En su apéndice (página 207), empieza con el tema que nos ocupa desde hace unos días:
Cómo tratar a un expulsado. Primero matizaremos que un
expulsado es toda aquella persona que abandona obligada o voluntariamente la confesión religiosa: el irse tiene un precio. ¡Ahora veremos cuál y si estamos dispuestos a pagarlo! En la página 207, a pie de pagina, encontramos un comentario importantísimo que debemos tener en cuenta al leer todo este artículo:
* Los principios bíblicos sobre la expulsión son también aplicables a quienes se desasocian, es decir, a quienes deciden renunciar a su condición de miembros de la congregación. Así, a partir de ahora, siempre que nos refiramos a los expulsados, también lo estaremos haciendo de los desasociados. ¿Por qué se preocupa la confesión religiosa de diferenciar estas dos palabras, si las consecuencias judiciales y punitivas son idénticas para el reo? Os pondré un ejemplo: si yo me como una morcilla..., soy expulsado. Pero, si yo acepto un tratamiento médico como lo es una transfusión sanguínea..., soy desasociado a la fuerza. Todo, para que el portavoz de la confesión religiosa, pueda aparecer ante los medios de comunicación y decir que: "Los testigos de Jehová no expulsan a nadie por aceptar transfusiones sanguíneas". Siempre se les olvida añadir: "Sólo los desasociamos a la fuerza". Recovecos legales fruto de estar asesorados por los mejores y más caros abogados del mundo..., ¡el dinero todo lo puede! No obstante, nosotros, con nuestros medios humildes, también sabemos defender los derechos humanos de las víctimas de esta confesión religiosa.
Pocas cosas duelen tanto como ver que un familiar o un amigo íntimo tiene que ser expulsado de la congregación por no arrepentirse de sus pecados. Con este comentario, descargan toda la culpa en la víctima..., el expulsado. El expulsado es quien nos está haciendo sufrir. Es un pecador impenitente. Pero, ¿qué delito comete quien voluntariamente desea abandonar esta confesión religiosa con el estatus del notorio arraigo en España?
No obstante, la manera en que respondamos en este caso a las indicaciones de la Biblia revelará cuánto amamos a Dios y hasta qué grado somos leales a sus disposiciones. Ahora, los dirigentes de la entidad religiosa, relacionan el obedecer ciegamente sus directrices de hacer el vacío a nuestros seres queridos, con la lealtad a Dios. ¿Querrá algún cristiano ser desleal a Dios, después de escuchar estas palabras del Cuerpo Gobernante?
¿Cuál debe ser la relación con el expulsado? [...] La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, página 19, señala: "Decir un sencillo '¡Hola!' a alguien puede ser el primer paso que lleve a una conversación y tal vez a una amistad. ¿Quisiéramos dar ese primer paso respecto a una persona expulsada?". Así, cuando un miembro de la congregación es expulsado, cortamos toda relación social y espiritual con él.
Como veis; Ojo Bereano, Espejo y otros agentes Watch, no nos hace falta interpretar estas palabras de los dirigentes de la confesión religiosa..., ¡están bien claritas!: al expulsado ni un "¡Hola!". En español, que no en brooklyniano watchtoweriense, siempre se ha conocido esto como retirar el saludo a una persona. Habitualmente, ¿cuándo se ha retirado el saludo a una persona?: Es un acto de hostilidad manifiesta. Un acto de agresión. Así siempre se ha entendido el que alguien no nos salude. Normalmente es un enemigo. La consigna de la confesión religiosa es que cortemos toda relación social con el estigmatizado.
Ahora vendrán los defensores a ultranza de la imagen pública de le entidad religiosa acusándonos de una interpretación exagerada de estas directrices, pero, ¿somos exagerados? Para radicalismo religioso ellos se las pintan solitos:
¿Es necesario ser tan estrictos en el trato? Sí, y por varias razones. La primera es la lealtad a Dios y a su Palabra. Amamos tanto a Jehová que queremos obedecerle siempre, incluso cuando nos resulta muy difícil. ¿Alguna duda sobre la necesidad de esta política de extremo rechazo hacia quienes desean abandonar el barco de la Sociedad Watchtower? "Aquí nadie se marcha de rositas. Todos tienen que pagar un precio tan alto --social y familiarmente-- que se sientan desmotivados a abandonar la confesión religiosa. ¿Coacción, coerción, intimidación? ¿Cómo lo definimos? ¿Algún jurista entre nosotros? Después, lo de siempre, la relación forzada entre la lealtad a Dios y la lealtad a las directrices de la orden religiosa..., ¡todo es una misma cosa! ¡Todo es lo mismo, tanto Dios como la Sociedad! Se entremezclan hasta formar una masa homogénea e inseparable.
¿Alguna razón adicional para repudiar a éstas personas? Todavía tienen otra:
La segunda razón es que el pecador que no se ha arrepentido es una mala influencia. Por eso, al excluirlo de nuestra compañía nos protegemos moral y espiritualmente, y preservamos la pureza y el buen nombre de la congregación. Como siempre la dignidad, imagen y honra de la persona que decide abandonar libremente la confesión religiosa queda tocada. La persona queda estigmatizada de por vida. Si tanta ganas tiene la confesión religiosa de proteger al rebaño de malas influencias que denuncien automáticamente a la policía todo caso de pederastia que se de en sus congregaciones (comunidades locales). No, eso no interesa, ¿verdad? ¿Cómo definir esto?, ¿hipocresía elevada al cubo?
¿Y si el expulsado es un familiar? [...] Ahora bien, ¿y si el expulsado no vive con su familiar inmediata? En ese caso, los cristianos fieles reducen al máximo el trato, limitándolo a cuando es indispensable atender asuntos de familia. No buscan excusas para juntarse. Por lealtad a Jehová y a su organización, respetan la disciplina bíblica.
Sí, queridos agentes Watch, "limitar al máximo el trato con el nuestro familiar expulsado". ¿Cómo entienden estas palabras unas personas religiosas cuando es que se lo pide se autoproclama la Voz de Dios en la tierra..., y la gente se lo cree? Al exigir esto de sus miembros, ¿está la confesión religiosa respetando los derechos humanos en España? ¿Son estas directivas religiosas..., legales? ¿Chocan con nuestro ordenamiento jurídico? ¿Puede una confesión religiosa con el estatus del notorio arraigo dictar estas normas inhumanas..., ¡y aquí no pasa nada!?
Para finalizar: divulguemos el evangelio verdadero sin trampa ni cartón. Lo documentamos todo, todo y todo. La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. ¿Quién es el padre de mentira?