Alejandro Abad |
Estimados compañeros de conventículo:
Nuestro hermano Alejandro Abad, desde el sur peninsular, nos formula una pregunta teocrática a los apóstatas recancitrantes. Dice así:
"Queridos y fieles hermanos en la fe y en la fa. Unos familiares por parte de padre, nos han invitado a toda la familia a la fiesta del Bar Mitzvah ya que profesan el judaísmo. Un primo mío alcanza la madurez según la religión judía. Soy el único miembro de mi familia que es testigo de Jehová. Sin embargo, quisiera saber de antemano si los ancianos de la congregación me pueden empapelar por asistir haciéndome un comité judicial en la trastienda del Salón del Reino -sin luz ni taquígrafos y con nocturnidad y alevosía- retirándome el cargo que ejerzo dentro de la comunidad religiosa. No me van las sesiones de acoso psicológico y coerción... aunque se hagan en el nombre de Dios.
Es fuerte que tenga que recurrir a los apóstatas, pero de los ancianos de mi congregación no me fío ni un pelo, son bastante fundamentalistas. No obstante, vosotros sois diferentes, las respuestas están documentadas. Sin duda, el Señor está con vosotros".
Apreciado hermano Alejandro, eres sabio, escondes tu cara. Se nota que conoces los métodos expeditivos del Cuerpo Gobernante y sus secuaces. ¡Hay que huir de ellos como el gato escaldado del agua fría! Nunca confíes en los que te quieran hacer una encerrona, a solas, esos ancianos que juegan a ser "jueces" de fin de semana. ¿Por qué juzgan a escondidas, en la oscuridad que proporciona el cuartito del Salón del Reino? ¿Por qué no quieren testigos? ¿Por qué no te citan por escrito? ¿Por qué no tienes derecho a un abogado? ¿Por qué no te dan la sentencia por escrito, sino oralmente? ¿Por qué, por qué y porqué?... Fijo, con la Inquisición tenías más derechos.
Así que, una vez dada la advertencia inicial, seguidamente tienes la respuesta literal -palabra por palabra- que da la confesión religiosa de los testigos de Jehová. Está en la revista La Atalaya, el buque insignia de sus publicaciones religiosas. ¡Va por ustedes!
● ¿Cómo debe el cristiano considerar el asistir a una ceremonia religiosa, como a un Bar Mitzvah judío o la fiesta que le sigue?
Los cristianos que desean agradar a Jehová querrán evitar tales acontecimientos religiosos.
Varias religiones tienen ritos especiales que señalan el ingreso de alguien en ellas como miembro. Puede ser una ceremonia de bautismo, circuncisión ritual o, en el caso de jóvenes judíos, el Bar Mitzvah.
Una enciclopedia de la religión judía dice que Bar Mitzvah significa “un judío varón adulto que está obligado a cumplir con los mandamientos.” Por extensión el término también aplica a “la ceremonia en la cual un muchacho de 13 años de edad llega a ser miembro adulto de la comunidad [judía] con propósitos ceremoniales.”
A menudo esos acontecimientos religiosos tienen dos fases, el rito mismo, que suele celebrarse en un edificio religioso, y entonces una fiesta que está asociada con él. Por ejemplo, esta enciclopedia dice, acerca de Bar Mitzvah, que hay “la ceremonia religiosa, en la sinagoga y la subsiguiente celebración social.” Puede que se invite a parientes y amigos de la familia a ambos acontecimientos, o quizás solo a la celebración o fiesta.
Algo que puede ser útil para el cristiano cuando piensa en tales acontecimientos es considerar qué propósito tiene todo el asunto. ¿Es simplemente un reconocimiento de que alguien ha alcanzado la mayoría de edad, o es, más bien, una ceremonia religiosa especial? Y, ¿es la fiesta solo una reunión normal de familia y amigos, o es una celebración porque alguien se ha sometido al rito por el cual ha llegado a ser miembro de esa religión?
Teniendo presentes estas preguntas, considere lo que Jesús le dijo a una samaritana: “Dios es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad.” (Juan 4:24) Por eso, ¿puede usted imaginarse que Jesús voluntariamente entraría en un templo romano porque algún pariente o conocido estuviera allí para ser iniciado en aquella religión? Además, ¿hubiera Jesús optado por unirse a la celebración de tal iniciación en una fiesta después? Difícilmente, porque eso estaría en conflicto con el punto de vista inspirado que dice: “¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿O qué porción tiene una persona creyente con un incrédulo? ¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? . . . ‘“Por lo tanto sálganse de entre ellos, y sepárense,” dice Jehová, “y dejen de tocar la cosa inmunda.”’”—2 Cor. 6:15-17.
Algunos parientes pudieran ofenderse si el cristiano rehusara aceptar la invitación que con buena intención ellos hicieran. Comprendiendo tal posibilidad, el cristiano que optara por no asistir querría explicar su decisión de manera bondadosa y apacible. (Pro. 15:23; Ecl. 12:10) Podría explicar que su ausencia allí de ninguna manera debería entenderse equivocadamente como falta de afecto familiar. Podría mencionar que tal como respeta la conciencia de su pariente, espera que su pariente entienda y respete sus sentimientos sinceros y de conciencia.
A veces un esposo o un padre no creyente quizás insista en que su esposa cristiana o su hijo o hija le acompañe a tal clase de fiesta. Esto puede presentar un problema. El cristiano desea mantenerse separado de otras religiones, y sin embargo la Biblia insta a mostrar respeto a la jefatura o posición que como cabeza ocupa el esposo o padre en la familia. (Efe. 5:22, 23; 6:1-3) Por eso, cada cristiano tiene que resolver personalmente qué proceder va a seguir. Una esposa, por ejemplo, pudiera llegar a la conclusión de que mientras ella misma no tenga que participar en ningún rito religioso, podría cumplir con la solicitud de su esposo de que esté presente; allí, en realidad, es donde él está suministrando la comida para la familia. Pero otra esposa pudiera discernir en esto un esfuerzo resuelto por procurar que ella transigiera en sus principios religiosos. Por eso pudiera decidir no asistir, aunque continuaría respetando a su esposo como cabeza de la familia.—Col. 3:18.
El cristiano, que reconoce que situaciones de esta índole suelen envolver sentimientos profundos por parte de parientes y conocidos, tiene que mantener en primer lugar en la mente la importancia de ser fiel a Jehová Dios. Esto le facilitará decidir apropiadamente cuando se le invita a celebrar el que alguien llegue a ser miembro de otra religión. La Atalaya 1 de abril de 1980, página 31.
Los dirigentes de nuestra confesión religiosa venden públicamente una imagen de tolerancia y respeto a las demás religiones o ideas. Pero, las enseñanzas que recibimos los Testigos de a pie es muy distinta. Literalmente: Por lo tanto sálganse de entre ellos, y sepárense,” dice Jehová, “y dejen de tocar la cosa inmunda.”
Las buenas formas, la diplomacia y la tolerancia no existe para el miembro de la comunidad religiosa cuando se trata de confraternizar socialmente con otras religiones. Aquí no hay espacio para la libertad individual, aquí solo se obedece a pie juntillas todas las consignas del Cuerpo Gobernante..., ¡o atente a las consecuencias que sufrirás a nivel social y familiar!
Por lo tanto, hermano Alejandro, si asistes a esa celebración estás participando en un acto de adoración falsa y los ancianos tienen la obligación encausarte y condenarte..., casi con toda seguridad perderás tu cargo en la comunidad. Si estos ancianos de pacotilla, creen ver un atisbo de arrepentimiento en tu corazoncito apóstata..., las restricciones administrativas a nivel local puede ser más o menos graves. Si te pones bravo y no te arrepientes de ese acto de desacato teocrático... lo tienes crudo, muy crudo. Los ancianos deberán expulsarte de la comunidad: tu familiares y amigos te lapidarán psicológicamente, renegarán de ti, no te hablarán, etc., etc., etc. ¡Metodología watchtoweriana!
¿Mi opinión? No permitas que las directivas del Cuerpo Gobernante limiten tus relaciones familiares. La familia es más importante que las doctrinas caducas de los gerifaltes teocráticos. Yo estaría encantado de acompañar a mi familia al Bar Mitzvah. El respeto, la tolerancia y la libertad están por encima de los dictados de los sátrapas teocráticos.
Termino con un: documentamos todo, todo y todo. ¿Quién es el padre de la mentira y de tirar la piedra y esconder la mano?
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