12 "Tal vez haya quien crea que mantener una actitud sumisa frente a las burlas y los insultos es una muestra de debilidad. Sin embargo, Jesús no lo veía así. “Cuando lo estaban injuriando —escribió Pedro—, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar.” (1 Pedro 2:23.) Al ver los sufrimientos de Jesús, algunas personas pusieron fe en él, al menos hasta cierto grado. Ese fue el caso del ladrón colgado en el madero junto a él y del oficial del ejército que presenció su ejecución (Mateo 27:38-44, 54; Marcos 15:39; Lucas 23:39-43). De igual modo, Pedro indicó que algunos esposos no creyentes —incluso los maltratadores— llegarían a ser cristianos debido a la conducta sumisa de sus esposas. Sin duda, todos conocemos casos que prueban esto".
El mensaje del Reino ya había llegado a Le Lamentin en 1955, pero los que en esa ciudad deseaban adorar a Jehová Dios tuvieron que enfrentarse a pruebas muy duras. Y no siempre fue el clero quien las instigó. En general, los hombres de Martinica están orgullosos de su virilidad, y muchos son muy dominantes con su esposa. Si una mujer quería adorar a Jehová, a menudo sufría malos tratos de parte de su marido. Una hermana de Le Lamentin relata: “Cuando en 1972 el mensaje del Reino llegó hasta mí, colmó todos mis anhelos. Aunque mi esposo me lo prohibió, seguí estudiando en secreto. En cuanto encontró la Biblia y el libro con el que la estudiaba, los quemó y me dio una paliza. Decidió que nos mudásemos, con la esperanza de acabar así con mi interés por la Palabra de Dios. ”Cuando empecé a ir a las reuniones, solía dejarme encerrada. Muchas veces tuve que dormir en el porche. Luego derribó cuanto pudiera servirme de refugio, hasta el gallinero. A menudo me pegaba, y muchas veces tuve que irme sin comer. En una ocasión me persiguió en mitad de la noche con un machete. Para que no me atrapara, tuve que correr entre la maleza y subirme a un árbol de mango lo más deprisa que pude. Logré escapar, pero solo porque su linterna dejó de funcionar. Me buscó durante horas, rondando cerca de donde estaba escondida, encaramada al árbol y orando. Pasé toda aquella noche en lo alto del mango.” A pesar de todo, ella se bautizó en 1977. Tiempo después, su hija también se puso de parte de Jehová".
"Jesús mostró que esto no sería posible. Advirtió que debido a la oposición a la adoración verdadera, los miembros creyentes de algunas familias se sentirían desgajados del resto de la familia, como por la acción de una espada. (Mateo 10:34-36.) Una mujer japonesa vivió esta experiencia. Su esposo se opuso a su religión durante once años. La maltrató con severidad y muchas veces ni siquiera le permitió entrar en casa. Pero ella perseveró, y también recibió la ayuda de los hermanos de la congregación cristiana. Oró incesantemente y obtuvo mucho ánimo de las palabras de 1 Pedro 2:20. Esta cristiana estaba convencida de que, si permanecía firme, algún día su esposo se decidiría a servir a Jehová con ella. Y así fue".
El adoctrinamiento en este asunto ha sido constante durante todas estas décadas, otro ejemplo para ésas esposas sufridoras que por aguantar la violencia de género pueden salvar alguno de éstos cavernícolas que se dicen sus esposos, en el Anuario de los Testigos de Jehová para 1990, página 64, nos emociona y conmueve nuestras entrañas con el vía crucis que pasó un esposa con la esperanza de convertir a su marido:
“En este país se empezó un estudio bíblico con la esposa de un oficial del ejército, y al poco tiempo empezó a ir a las reuniones junto con sus cinco hijos. Su esposo se opuso violentamente, hasta el punto de golpearla con el cinturón de su uniforme. Durante todo el tiempo que persistió esta enconada oposición, la mujer se esforzó por practicar los principios cristianos que estaba aprendiendo. Por fin, la solidez de su conducta cristiana impresionó al marido. Ya se ha retirado, y ahora está estudiando la Biblia”.